Pan y escuela para los indios

AutorAlexandra Reyes Haiducovich
Páginas235-237
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EN JULIO DEL año próximo, como muy bien lo saben los lec-
tores, hará un siglo de haber muerto Benito Juárez. El año
de 1972 será, pues, el Año de Juárez. Así acaba de anunciarlo
el Presidente de la República, en su mensaje del día primero.
De hecho, ya se trabaja en las próximas conmemoraciones:
el día 21 de marzo, al cumplirse uno de los aniversarios del
nacimiento del hombre de Guelatao, quedó instalada la jun-
ta de esos festejos, que consistirán en la publicación de obras
que traten de la vida, la obra y el tiempo de Juárez, es decir,
de un capítulo de la historia nacional. Lo dijo Altamirano:
mantener viva en el espíritu de los pueblos la memoria de
los hombres a quienes deben su libertad, es un deber de pa-
triotismo y de gratitud para los ciudadanos y una necesidad
política para los gobiernos. Así es. Y no es otra la mente del
Primer Magistrado de la Nación, al instituir como de Juárez,
el año que viene.
La estatua de Juárez no deja de crecer. Su nombre puede
ser invocado y de hecho se le invoca, en todo el mundo, sobre
*Andrés Henestrosa, Agua del tiempo, op. cit., t. II, pp. 117-118.

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