Palabra y fe / ¿Eres hijo de la luz?

Pbro. Jorge Rodríguez Moya

"Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Pero decían entre sí: '¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?'. Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: 'No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron'." Mc 16, 1-6

El dato inmediato de que Cristo había resucitado era la piedra removida del Sepulcro. Las mujeres se dirigían hacia allá, pensaban que sus débiles fuerzas les impedirían mover la piedra que las separaba del cuerpo de Cristo...

Te invito, amable lector, a reflexionar esta escena: la inmensa piedra (¿cuál piedra?, ¿acaso nuestras seguridades: salud, dinero, fuerza, belleza, audacia?, ¿acaso nuestros pecados, defectos, vicios, enfermedades?) impediría a estas santas mujeres tener acceso al cuerpo de Cristo. Pero alguien, no se menciona quién, ya la había movido (la gracia de Dios es siempre un regalo) incluso no pedido e inesperado.

La piedra dividía la aparente oscuridad del sepulcro y la cruel oscuridad del mundo. La piedra contenía las dudas y el derrotismo de los apóstoles, y hasta de las mujeres que iban al encuentro del cadáver, ya que llevaban los aceites para terminar el rito funerario. La piedra mantenía la...

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