El Padre de las Casas

AutorJosé Martí
Páginas114-117
EL PADRE DE LAS CASAS
JOSÉ MARTÍ
uatro siglos es mucho, son 400 años. Cuatrocientos años
hace que vivió el Padre de las Casas, y parece que está vivo
todavía, porque fue bueno… No se puede ver un lirio sin pen-
sar en el Padre de las Casas, porque con la bondad se le fue
poniendo de lirio el color, y dicen que era hermoso verlo es-
cribir, con su túnica blanca, sentado en su sillón de tachuelas,
peleando con la pluma de ave porque no escribía de prisa.
Y otras veces se levantaba del sillón, como si le quemase: se
apretaba las sienes con las dos manos, andaba a pasos grandes
por la celda y parecía como si tuviera un gran dolor. Era que
estaba escribiendo, en su libro famoso de la Destrucción de las
Indias, los horrores que vio en las Américas cuando vino de
España la gente a la conquista. Se le encendían los ojos, y se
volvía a sentar, de codos en la mesa, con la cara llena de lágri-
mas. Así pasó la vida, defendiendo a los indios.
Aprendió en España a licenciado, que era algo en aquellos
tiempos, y vino con Colón a la Isla Española en un barco de
C
AMÉ RIC A
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