Por un pacto de información pública

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Mauricio Merino(Investigador del CIDE)EL UNIVERSALAunque este sexenio ya está en su ocaso, nunca será demasiado tarde para poner en marcha reformas que perfeccionen la producción y el acceso a la información que genera el gobierno. Y menos aún cuando se acercan los procesos electorales y se multiplican las tentaciones de usar los presupuestos autorizados para ganar votos. Por eso llama la atención que la agenda de la transparencia, entendida al menos como la disponibilidad de información completa, detallada y accesible sobre la forma en que los gobiernos van gastando el dinero público y van cumpliendo con sus obligaciones presupuestarias, no sea una de las mayores prioridades políticas para los partidos que se disputarán el poder en las elecciones de 2012.En lugar de esa agenda, lo que parece consolidarse es la dinámica de las acusaciones mutuas derivadas de la falta o las deficiencias de información. Hoy se disputan los datos sobre la deuda pública con tanto ahínco como la necesidad de controlar con mayor vigor los gastos de estados y municipios en materia de seguridad pública o la de fijar los mismos parámetros de exigencia para vigilar sus programas sociales, etcétera. Pero con las elecciones presidenciales encima, es de esperarse que no sólo crezca la disputa por los dineros del presupuesto sino los juegos de estrategia entre partidos para reprocharse la falta de transparencia y los abusos cometidos por sus gobiernos. Así que, en lugar de un acuerdo de fondo para atajar de una vez por todas la ausencia de información y la falta de rendición de cuentas, los partidos y sus gobiernos prefieren pelearse en la oscuridad, dispuestos a encender luces según les convenga, en función de los imperativos de cada elección.En cambio, los ciudadanos nos vamos enterando a retazos, de manera fragmentaria, compleja y muchas veces coyuntural. Lo poco que se ha ganado se debe, en buena medida, a la presión sistemática que han venido haciendo el IFAI y los órganos de transparencia de los estados -aunque no todos ni en condiciones iguales-; a la fiscalización que realiza la Auditoría Superior de la Federación, al compromiso democrático de algunos funcionarios más o menos aislados -que también los hay- o a la tenacidad de los medios que consiguen arrancar información que de otra manera seguiría oculta. Pero todos esos esfuerzos, aun a despecho de su...

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