Paco Prieto / De luces y de sombras

AutorPaco Prieto

El pasado domingo, primero fue la luz. Una entrada que debe de haber rondado los seis mil espectadores. Luz y sombra se dieron cita con momentos alternativos de sol y de nubarrones sin que aquel se impusiera ni éstos se resolvieran en lluvia.

De luz y de sombra fue el encierro de La Joya: dos toros bravísimos que tocaron en suerte, que no pudo hacer luminosa, a Aldo Orozco; dos sosos pero con peligro que correspondieron a Ochoa -éste, en el suyo, soso él también- y a Rosas -que en éste como en el primero, aprovechable, no dejó de moverse como si no supiera dónde dejar fijos los pies-; uno, en fin, noble, con recorrido, pero débil, que toreó Ochoa haciendo ver su inteligencia torera, su clase y, por momentos, su inspiración.

Luces y sombras en el cielo y en el ruedo, y ni una oreja cuando Orozco tuvo uno que pudo haber sido de rabo y otro al que pudo haber cortado las dos orejas, y lo triste es que se fue sin trofeos no sólo por pinchar sino por malograr sus faenas. Con momentos brillantes, tanto de capote como de muleta que lograron encender al público, por su escaso dominio de los terrenos de la lidia consiguió, sin embargo, sobre todo ante su segundo enemigo, las protestas y el abucheo. No...

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