Pablo Lemus / #RetoSinAutos2014

AutorPablo Lemus

Durante mi infancia esperaba las tardes de cada día con gran anhelo; después de la comida había que hacer la tarea y al terminarla éramos libres para salir a jugar en las calles junto con los amigos que vivían en los alrededores.

Nos mudamos a Colinas de San Javier cuando tenía 9 años (hace 36 años), entonces era una colonia apacible y segura; andábamos en bicicleta recorriendo sus empinadas calles, no existía ni un solo semáforo.

Avenida Acueducto iba desde la glorieta de Pablo Neruda y terminaba donde hoy se ubican los colegio Alpes o Liceo del Valle, es decir, los terrenos donde hoy se encuentra Plaza Pabellón eran un llano, que representaba un reto para nuestras bicicletas Vagabundo que, con un manubrio tipo chopper, no brindaban las mejores condiciones para explorar el lugar.

Los grandes lotes baldíos eran el lugar para jugar escondidas, futbol o experimentar nuestra vocación de exploradores.

Dos veces a la semana teníamos que regresar a la escuela por las tardes para el entrenamiento del equipo de futbol, caminábamos solos por un kilómetro y medio para llegar a la parada donde tomábamos el camión; la Ruta 118 nos dejaba a dos cuadras de la escuela, una vez terminada nuestra actividad deportiva regresábamos a casa nuevamente en transporte público.

En esta rutina diaria no recuerdo que mis padres se preocuparan porque alguien nos acompañara, éramos libres para convivir en un lugar seguro y amable; ello nos formó para sentir un gran amor y compromiso con nuestra Ciudad, una forma de agradecerle todo lo que nos ha dado.

Desafortunadamente las cosas han cambiado drásticamente en tan sólo una generación, hoy no daría permiso para que mis hijos pequeños salieran en un día cualquiera en su bicicleta, las condiciones de inseguridad vial no permiten que ahora ellos puedan disfrutar de nuestras calles, convertidas en una jungla urbana. Incluso, creo que esa situación desordenada que vivimos ha dado fortaleza y crecimiento a la Vía RecreActiva, donde las familias disfrutamos cada domingo de ese espacio donde le hemos ganado terreno al automóvil.

Siendo muy honesto, hoy no puedo decir que sea un usuario cotidiano del transporte público; las distancias, la complejidad del trabajo diario, el mal servicio que brindan y, claro, la comodidad del auto, me han alejado de él.

Tampoco utilizo bicicleta como una medio de transporte diario, cuando lo hago es por deporte o por convivir en...

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