Plaza Pública / Rudos contra rudos en Baja California

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Más que por la decisión ciudadana, la jornada de hoy para elegir gobernador de Baja California se resolverá según cuál ejército de rudos sea más capaz de desplegar sus argucias y descubrir y frenar las ajenas. Detrás de cada uno de los candidatos principales se han desplegado tácticas y asegurado presencias que evidenciarán la crudeza de una elección a la que la sociedad puede manifestarse ajena.

Ambos contendientes, José Guadalupe Osuna Millán y Jorge Hank Rhon fueron alcaldes de Tijuana, el principalísimo centro urbano que reúne a más de la mitad de la población total del estado 29, semejante proporción de los votantes y de la representación en las Cámaras federal y local de diputados. El panista gobernó de 1995 a 1998; el priista fue elegido hace tres años y se apartó del cargo con licencia. Cada uno tiene de su lado parte del poder público que interviene en esta elección. Hank Rhon domina el consejo del Instituto Estatal Electoral, que dos veces bendijo su candidatura (cuando expidió un extraño dictamen que le dio luz verde y cuando la registró) y en una disputa muy cerrada importa mucho contar con el favor, o al menos la inclinación del árbitro electoral. Osuna Millán, por su parte, se ha beneficiado no sólo del activismo del gobernador Eugenio Elorduy, sino de acciones ministeriales y judiciales específicas, que a su propósito legal propio añaden la intención de afectar la imagen de Hank Rhon, por más que ésta se halle desde hace mucho manchada no sólo por dichos de sus detractores sino por su propios hechos. En ese terreno institucional está por verse el grado en que beneficie al priista la declinación de última hora que en su favor hizo la candidata de Convergencia y el PT, Mercedes Maciel.

Alejado por su padre de la Ciudad de México cuando éste vislumbraba la remota posibilidad de que se modificara en su provecho el 82 para el 82 (y pudiera aspirar a la Presidencia él, hijo de extranjero), Hank Rhon llegó en esos años a Tijuana a administrar el hipódromo Agua Caliente que el jefe del Departamento del Distrito Federal había adquirido para él, haciendo efectivo un crédito que el político mexiquense había otorgado a su amigo Fernando González Díaz-Lombardo, anterior concesionario de ese recinto de apuestas. El hijo del profesor ganó pronto un dineral con la urbanización y venta de 23 hectáreas de los terrenos del hipódromo, que hoy es el fraccionamiento Residencial Puerta de Hierro. Eran propiedad federal, no del concesionario, y sin...

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