PLAZA PÚBLICA / ¿Escuadrones de la muerte?

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En la tarde del sábado 31 de octubre fueron descubiertos en la Ciudad de México los cadáveres de cuatro personas, atadas de pies y manos, y la cabeza vendada, torturadas antes de morir. De su deceso había informado horas antes, al tomar posesión de la alcaldía de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández, un polémico político panista que hace 20 años ganó por primera vez el gobierno de ese municipio, el que cuenta con más ricos por kilómetro cuadrado en toda la República.

En su campaña electoral Fernández hizo énfasis en que restablecería la seguridad en esa ciudad, vecina a la de Monterrey, en realidad prolongación una de la otra. En un episodio polémico llegó a sugerir que pactaría -si no lo había hecho ya- con la banda de los Beltrán Leyva para garantizar la tranquilidad de sus gobernados en caso de ser elegido. Después de que lo fue, Fernández delineó su política al respecto, algunas de cuyas líneas anticipó el 6 de octubre. Anunció entonces que formaría grupos de inteligencia policiaca que le darían informes a él, directamente, así como "grupos de trabajo rudo que yo les llamo", encargados de operaciones "de limpieza", es decir, "de convencer, como sea necesario", a los criminales de que "aquí no tienen cabida". El sábado reiteró esas líneas de acción: "les anuncio que me voy a tomar atribuciones que no tengo, porque vamos a tomar el toro por los cuernos... La van a entender por las buenas o por las malas... No aceptamos ningún tipo de secuestros... y lo pagarán con su propia cara" (Reforma, 2 de noviembre).

Fernández consideró una coincidencia con sus palabras la eliminación de las cuatro personas trasladadas al Distrito Federal en un vehículo con placas de Nuevo León -donde probablemente se produjo su tortura y muerte-, e identificó a una de las víctimas como jefe de un grupo de secuestradores y extorsionadores, Héctor Saldaña Perales, apodado El Negro (cuyo cadáver yacía junto con el de sus hermanos Alan y Carlos, y el de César Rodríguez).

El cuádruple homicidio tenía una justificación, según sus perpetradores, que la expresaron con sendos letreros sobre cada una de las víctimas, caracterizadas como "secuestrador" y un mensaje que los abarcaba a todos: "Por secuestradores. Jefe de jefes. Job 38.15. Güero". Arturo Beltrán Leyva suele ser llamado Jefe de jefes. Por lo menos, crímenes recientes que se le han atribuido son firmados de ese modo por él. Y la cita bíblica podría indicar una ruptura con El Negro Saldaña, que habría quedado...

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