PLAZA PÚBLICA / Contribución (para el combate) a la pobreza

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Es tan vasto y ambicioso el paquete de gravámenes presentado por el Ejecutivo, que parece ideado, en el todavía no abandonado del todo lenguaje del regateo comercial, "para ofrecer", esto es, como punto de partida de una negociación al cabo de la cual la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos resulten obra de todas las fuerzas en presencia. Y responsabilidad de todos también.

Sobresale en la iniciativa fiscal de la Presidencia un impuesto nuevo, llamado Contribución para el Combate a la Pobreza. Es una propuesta hábil, por su monto a primera vista moderado, por su extensión y porque en su denominación incluye la promesa de que no alimentará la enfermiza manía derrochadora que afecta a los gobernantes, que se pagan a sí mismos sueldos cuantiosos y consumos conspicuos. El caudal recaudado por esa vía será etiquetado, es decir, dirigido ineludiblemente a financiar los programas de asistencia social que mitigan la pobreza, cuyo monto será incrementado, un propósito al que sólo con mezquindad no se querrá contribuir.

Con todo y los atavíos con que se le quiera vestir, la CCP o Concompo abre el riesgo de convertirse en su contrario. En vez de servir para el combate a la pobreza pudiera incrementar y ampliar los efectos de las carencias que se busca remediar. Es que el diseño todo de la política fiscal para el próximo año se dirige a metas opuestas a las que son necesarias en este momento de grave y veloz declinación económica. En vez de que el gobierno alentara el consumo, que a su vez estimule la producción y el empleo, lo lastra con este nuevo gravamen o aumentando las tasas de los que ya se han establecido. El resultado puede ser la disminución del consumo y su cauda de implicaciones descendentes.

Se dirá que no es para tanto, que un 2 por ciento como quiera pueden absorberlo los consumidores. Pero considérese que puede provocar una alza generalizada de precios, superior al 2 por ciento en que aumentan los costos debido a este gravamen. Si bien no es un oculto Impuesto al Valor Agregado, como proponen algunos de sus críticos, siendo sí un impuesto al consumo, como el IVA, su repercusión en los precios abatirá la adquisición de insumos no estrictamente necesarios. Y aun los indispensables serán afectados, pues puede bajar el volumen de la compra diaria, la necesaria para la subsistencia, y se prolongará la vida de bienes como la ropa. Y si el país se distancia del "aroma del estreno" la economía se achica. Ya es una contradicción obvia que...

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