PLAZA PÚBLICA / Derechos de niños y adolescentes

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Hace casi 21 años, en noviembre de 1989, la Asamblea general de la ONU aprobó por unanimidad la Convención sobre los Derechos del Niño. El Gobierno mexicano la ratificó al año siguiente. Desde entonces, dice el reciente informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se han realizado notorios progresos pero "queda aún mucho camino por recorrer". Por ello, ese organismo internacional insta a colocar en el centro de la agenda nacional una política hacia la infancia y la adolescencia. Y demanda que sea una "agenda para el presente".

Eso significa escapar del "reflejo espontáneo de postergar la acción, de rebasar la importancia de una acción inmediata en la escala de las múltiples prioridades que la sociedad enfrenta". Hay que comprender que "los niños y las niñas son esencialmente 'ciudadanos de hoy', por lo que la agenda pendiente en torno a ellos representa un imperativo impostergable para la sociedad mexicana. El cumplimiento de los derechos de los niños es una tarea del presente, porque la infancia es protagonista de una realidad actual y no futura".

El informe, como todos los documentos de su género, pone énfasis en los logros nacionales sobre el tema. Lo hace por la doble y comprensible razón de que los integrantes del UNICEF son los Estados, que suelen presentar la cara positiva de la situación, y porque en efecto se han conseguido adelantos como "reducir significativamente la desnutrición y la mortalidad infantil, garantizar la educación primaria para todos los niños y niñas del país y adaptar el marco legal a los principios establecidos en la Convención".

Pero en cumplimiento de su misión, el Fondo no elude en su reporte, aparecido en abril de este año y puesto recientemente a circular, que se precisa "superar las disparidades que persisten en el país y garantizar para todos y cada uno de los niños y niñas el acceso a una educación de calidad: la protección contra el trabajo infantil; la erradicación de la violencia, y la consecución plena de la igualdad y la no discriminación, por citar algunos" de los objetivos no logrados. "La amplia diversidad cultural con que cuenta el país constituye una riqueza y una oportunidad, pero, al mismo tiempo, la desigualdad existente contribuye a la reproducción intergeneracional de la pobreza y obstaculiza el cumplimiento de los derechos de millones de niños y niñas".

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