PLAZA PÚBLICA / Casinos ilegales y evasores

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Hace una semana, durante la comparecencia del secretario de Gobernación en San Lázaro, el vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara, Jesús Zambrano, entregó a Fernando Gómez Mont una lista de 39 casinos, "establecimientos que operan ilegalmente en el país", para que investigue el funcionamiento de esas casas de apuestas. Es de esperarse que tal indagación se haya iniciado y hecho llegar una copia de la lista a la Secretaría de Hacienda, pues tales desplumaderos como consecuencia de su ilegalidad también evaden al fisco.

La mayor parte de esos establecimientos, 23 de los 39, operan en los estados de Coahuila (14) y Nuevo León (9). Los hay en las capitales, Saltillo y Monterrey, y también en Piedras Negras, Monclova, Ciudad Acuña y Torreón, por una parte; y en Guadalupe, Escobedo, Cadereyta de Jiménez, Allende, Montemorelos y Benito Juárez. También aparecen en ciudades de otros estados fronterizos del norte, como Hermosillo, Puerto Peñasco, San Luis Río Colorado, Matamoros, Tampico y Ciudad Juárez. Dos funcionan en los puertos veracruzanos de Coatzacoalcos y Minatitlán; uno en Cancún y otro en Colima.

No han de ser tugurios ni han de operar en la clandestinidad. Los domicilios ofrecidos al secretario de Gobernación por el diputado Zambrano indican localizaciones céntricas, en avenidas principales, en plazas y centros comerciales donde funcionan al lado de almacenes, boutiques, salas de exhibición cinematográfica, etcétera. No debe ser tarea complicada, en consecuencia, verificar las señas enlistadas y obrar en consecuencia. De no procederse de esa manera, se comprobará que si actualmente trabajan a la vista de todos es porque la corrupción lo permite.

Los casinos están prohibidos desde que el presidente Lázaro Cárdenas legisló a ese propósito y clausuró tres de los más conocidos y le dio un destino alterno: El Casino de la Selva, en Cuernavaca, se transformó en hotel; el de Agua Caliente, en Tijuana, es la sede del enorme centro escolar Revolución. Y el Foreign Club, en el límite entre Naucalpan y el Distrito Federal, fue convertido en la Escuela Militar de Transmisiones. Desde entonces, los promotores del juego no han cesado en su empeño de reinstalar esa práctica en México. Han avanzado aprovechando la hipocresía colectiva, la ambigüedad que en ese campo caracteriza a la sociedad, en cuya extraña dialéctica no está vigente el principio de que lo no prohibido está permitido. Los casinos están vedados por la ley pero se les autoriza...

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