PÁNICO ESCÉNICO / Poe y el infierno

AutorJosé Ramón Enríquez

¡Cómo nos hace falta Jorge Ibargüengoitia! A la lideresa de un PRI realmente existente, que presume de feminista, y se viste de indígena con modelos de Dior, y pacta con la ultraderecha panista no sólo para impedir mínimas causales de aborto sino para encarcelar a las más lastimadas de entre las más jodidas, ¿quién podría explicárnosla sino Ibargüengoitia? Y en ese PRI disfrazado de PT, ¿quién sino él podría dilucidar la Asunción a los Cielos de Juanito? ¿Y la canonización de Martín Esparza por un obispo al que guardo, sin ironía alguna, el mayor de mis respetos y mi admiración inquebrantable, aunque confunda con el Subcomandante Marcos a un charro surgido de los modos más vergonzosos que legó Fidel Velázquez..? Pero cada pueblo ha perdido al humorista que no se merecía.

Mientras tanto, yo releo la diatriba que, a propósito de Poe (estamos en su bicentenario), lanza Baudelaire contra la democracia y no puedo estar de acuerdo, porque... no. Porque soy y seguiré siendo un demócrata (como sigo y seguiré admirando al único obispo de izquierda que tenemos en activo, aunque bendiga a Martín Esparza), y creo que si no es con democracia ni otro milagro del Tepeyac puede salvarnos. Seguramente es mi fe la de un personaje de Jorge Ibargüengoitia.

Pero la diatriba antidemocrática de Baudelaire prefiero pasarla rápido para quedarme con otros conceptos de un gran poeta que, generosamente, rescató y promovió para las generaciones a las que yo pertenezco a un inmenso poeta del profundo Sur norteamericano. Finalmente comparto la repugnancia que le causaba a Baudelaire esa burguesía que algún día fuera sujeto revolucionario y ya para su tiempo era detentadora de un poder que conserva hasta la fecha, destilado hasta los excesos de un neoliberalismo que ni Poe se atreviera a soñar.

No soy de los que piensan que Edgar Allan Poe era un mal escritor. Aun sin leer inglés creo que una prosa que tradujo Cortázar en dos volúmenes de casi mil páginas cada uno, tenía que haberlo seducido para emprender semejante empresa, y para hilar tan fino una Introducción como la suya.

A dos siglos de su nacimiento y a siglo y medio de su trágica muerte, Poe me seduce, como a millones de lectores suyos, porque es...

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