Otis y Acapulco Diamante

Fecha de publicación06 Noviembre 2023
Alberto Aguirre

Por Alberto Aguirre

Respaldadas por Infonavit, Fovissste y la Sociedad Hipotecatia Federal, las vivienderas activaron un agresivo programa de construcción de viviendas de interés social en Acapulco, hace 25 años.

Patricia había golpeado severamente al Bello Puerto en 1997 y el reordenamiento urbano sería responsabilidad —por primera vez— de un gobierno de izquierda; primero con Alberto López Rosas (2002-2005) y enseguida, con Félix Salgado Macedonio.

Casas Geo, Ara y Homex fueron los principales impulsores de la expansión de Acapulco hacia Diamante, San Agustín y Llano Largo. La ubicación de esos desarrollos habitacionales —muy distantes de la bahía—no importó a los trabajadores de la zona metropolitana de la Ciudad de México, quienes compraron casas de playa.

Otra vez, los acapulqueños serían desplazados del paraísmo turístico, del Monte Carlo tropical, preferido por las estrellas de Hollywood en los años de la postguerra. Las mejores tierras agrícolas y los mejores predios urbanos, para los políticos y especuladores consentidos del alemanismo, y del salinismo a finales del siglo XX.

En los setenta, Acapulco albergó a los dos conjuntos habitacionales más grandes de América Latina. El Infonavit edificó sobre una superficie de 2.2 millones de metros cuadrados, la unidad El Coloso, con 20,000 viviendas. En 1980, las autoridades decidieron la reubicación de 10,000 familias precaristas en Ciudad Renacimiento. Y enseguida vino una segunda reubicación, junto enfrente, de más de 15,000 invasores del campo de tiro. En tres días, los afiliados al movimiento popular crearon la colonia Emiliano Zapata.

La invasión de terrenos irregulares, en las zonas altas del noroeste y en el norte de la ciudad, llevó al nacimiento de colonias como: La Fidel, La Simón Bolívar, Paraíso, Radio Coco, La Coral, López Portillo, La Sinaí, Jacarandas, Graciano Sánchez, La Industrial, Nabor Ojeda, Leyes de Reforma, La Cervantes.

¿Reubicación o regularización? Los gobiernos priistas optaron por lo segundo, mientras que los perredistas proyectaron al nuevo Acapulco en la Zona Diamante, donde confluyeron lujosos hoteles y los departamentos más caros de la ciudad, pero también las colonias con viviendas de muy bajos recursos.

La explosión urbana hacia el oriente, en los llanos de Coyuca y Llano Largo, así como la zona Diamante. Ya en este siglo, las autoridades estatales impulsaron una conurbación, hacia el norponiente, con Coyuca.

Estas zonas justo son las que...

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