Óscar Levín Coppel / El camino a la derrota

AutorÓscar Levín Coppel

El resultado del reciente proceso electoral con el que se renovaron alcaldes y diputados locales en Yucatán, una vez más, debería enseñar al PRI que todo intento por restaurar la vieja política conduce, sin remedio, a la derrota. Las antiguas formas y los liderazgos de otrora, que de pronto buscan volver, dominar el panorama, circunscribir los procesos a su santa voluntad, no hacen más que convocar al rechazo social. Los ciudadanos, muchos de los que quizá nos extrañan, porque los flamantes actores de la alternancia les salieron defectuosos, insulsos o de plano mostrencos, prefieren aún así votar diferente antes que regresar al pasado. Ni modo.

La pretensión de crear una nueva imagen para la vieja política, por más prestigiado y talentoso que sea el publicista, no pasa de ser algo parecido a jugar el dedo en la boca de los electores con saldos contraproducentes y, al final, fatales. La mayoría no se traga la píldora. Y no hay caso de semejante torcedura de realidad. Lo que deberíamos hacer es dejar paso libre a las nuevas expresiones y secuencias generacionales de la política. A menos que nos sigamos esforzando por administrar pasivos electorales. Poner al frente de nuestras listas electorales a figuras y nombres como el de Cervera Pacheco nos asegura que cada derrota local adquiera, de inmediato, dimensiones nacionales. Y me pregunto: ¿Para qué lastimar su prestigio? ¿Para qué exponernos al desgaste? ¿Para qué comprometer su experiencia? Qué necesidad tenemos de poner en riesgo las estructuras de un partido. Los resultados, pienso, son elocuentes: para nada.

El PRI vive una encrucijada que debería resolverse por el lado de la renovación. Las figuras que se han preparado para el relevo generacional aguardan la oportunidad de encabezar el cambio. Trabarlas no parece buen consejo. En ese movimiento tendrían asegurado un lugar especial los viejos mentores de la política institucional. Un lugar respetable en el cual se aproveche su experiencia, su prestigio, su sapiencia y buenos oficios. Pero ese lugar debe estar en las estructuras de soporte y solvencia. No en la vitrina electoral. Lo que se impone en estos tiempos son los rostros de las nuevas formas de hacer política. Este criterio tendrá su prueba de fuego en la cita electoral del 2006.

De aquí a entonces debemos resolver la diferencia que naturalmente existe entre la dinámica local y la nacional, entre el centro y la periferia, entre lo estratégico y lo táctico. Sin embargo hasta ahora la...

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