Orgullo lagunero

Gabriel CruzCIUDAD DE MÉXICO, junio 19 (EL UNIVERSAL).- Condicionar a su hija a terminar una carrera profesional para poder ser luchadora parecía la mejor forma de hacer que desistiera de su aguerrido sueño de azotarse en los enlonados. Sin embargo, Mano Negra subestimó la influencia que había tenido en sus herederos y que su niña no iba a rendirse tan fácil.

“Nací sabiendo que mi papá era luchador, crecí en todas las arenas, jalaba con mi muñeca y terminando la lucha era momento de jugar. Totalmente acostumbrada a esa forma de vida, cómo no me va a gustar si ahí crecí. Ya lo traemos en la sangre y por más que me puse metas lejos de la lucha libre terminé por regresar. No quería perderme la oportunidad de hacerlo profesionalmente, toda la vida llevo echándome maromas”, comparte Sanely, la bella heredera de las hazañas que su padre forjó en los enlonados mexicanos.

Un papá orgulloso, que no oculta el placer de ver a los suyos seguirle los pasos: “Fue una satisfacción enorme en ver a mi hijo Mano Negra Júnior en su debut, ahora a mi hija y mi nieto. En casa, desde la primer mamila fue producto de la lucha libre, entonces ya se trae el virus y nada más hay que desarrollarlo. En el caso de mi hija, siento que no es un deporte apto para las damas, pero ya está la alternancia y no me quedó otra que aceptar cuando ella me cumplió al concluir una carrera profesional”.

A comparación de su hermano, Sanely demostró desde chica que le gustaba la lucha,siempre tuvo esa intención y yo pensé que iba a cambiar de gusto pero no pasó así. Sólo la he visto trabajar una vez. Empieza...

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