Opone Olguín moral y poder

AutorOscar Cid de León

Cuenta el mito, no la historia, que a Belisario Domínguez le cortaron la lengua y murió desangrado el 7 de octubre de 1913 en el sanatorio del doctor Aureliano Urrutia, quien siendo Ministro de Gobernación de Victoriano Huerta había emprendido un "sistema de exterminio" contra los opositores al régimen.

Este hecho es retomado por el dramaturgo David Olguín en La lengua de los muertos, puesta en escena con la que el El Milagro se suma a la reflexión en torno al Centenario de la Revolución y el Bicentenario del Inicio de la Independencia de México.

"Es una obra que pone como postes en la misma vía a dos personajes que simbolizan, finalmente, uno de los grandes conflictos en la historia nacional", explicó Olguín. "En este encuentro que no sucedió, pues los historiadores más serios lo han rebatido, más que hacer una reconstrucción historicista lo que me interesó fue poner en discusión temas de hoy y un tema de siempre, que es el encuentro o desencuentro entre la ética y la política, la confrontación entre la moral y el poder".

Olguín, autor de obras como Dolores o la felicidad y Belice, reconoció un mayor dramatismo en el personaje de Urrutia, indígena xochimilca convertido en un destacado científico que, ya en el poder, se ve envuelto en una trama en la que implanta un especie de "cirugía social". Ahí se debate la ética, una moralidad que bien puede encontrar eco en los tiempos actuales, advirtió.

Con esta puesta en escena, subrayó, El...

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