Yo opino / Derecho a opinar y disentir

Durante muchos años, hasta siglos podríamos decir, el ciudadano mexicano común, ese que está más preocupado por apoyar a su familia que por cualquier otra cosa, simple y sencillamente no opinaba y mucho menos disentía de lo que dijera la autoridad.

Las razones para esto parecen muy obvias, pues si vemos la forma como fueron educadas las generaciones recientes, pues primero en casa, bastaba con que los padres le lanzaran una mirada al crío, para que éste agachara la cabeza y guardara silencio. Cuando llegaba a la escuela, el maestro se encargaba de frenar cualquier intento de rebelión de sus alumnos ya fuera mediante la amenaza de afectar las calificaciones o con castigos corporales que podían ser una simple detención a la hora de la salida o hasta la expulsión de la escuela.

Luego, al llegar a trabajar, el jefe esperaba que todos sus subordinados apoyaran sus opiniones y decisiones, pues de lo contrario, incrementos de sueldo o promociones se veían retrasados o cancelados. Si de cuestiones políticas se trataba, los gobiernos priistas se distinguieron por el sometimiento que impusieron no solo a los miembros de gobierno o partido, sino a todos los ciudadanos, y las represiones con muertos incluidos son parte de nuestra historia.

Pero poco a poco, entre mejores niveles de educación y más acceso a información libre y verdadera (porque mucha de la...

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