Opinión Internacional/ El otro lado del mundo

AutorRomano Prodi

La cuestión no es, ya no es, estar a favor o en contra de la globalización. Esta es ya una realidad. El aislacionismo no es opción para ningún país y menos aún para un sistema de producción e intercambios como el de Europa. No podemos privarnos ni privar a nuestros socios de un crecimiento económico adicional vinculado a la apertura de los mercados de bienes, servicios y capitales.

La verdadera cuestión es la forma de conducir, encauzar y regular la globalización. Es decir, cómo dominar y administrar la globalización para que favorezca a la gran mayoría. Los mercados generan eficiencia y productividad. Pero también generan más inestabilidad, más desigualdad, más exclusión.

Por esa razón, la Comisión que dirijo se ha fijado y propone a la Unión Europea tres objetivos: que tengan éxito los objetivos de Doha, que tengan éxito los de Monterrey y que tengan éxito los de Johannesburgo.

Los países miembros de la Organización Mundial de Comercio lanzaron en Doha, el pasado noviembre, un mensaje de confianza: abrir los mercados para reactivar el motor del crecimiento mundial, pero también lograr una mayor integración de los países en desarrollo y prestar más atención al medio ambiente, a la salud y a la protección de los consumidores. Este mensaje que no encontró eco en Seattle sí se escuchó en Doha, y ello gracias, en parte, a la contribución europea.

Que Doha tenga éxito significa para los europeos comprometerse a negociar de manera constructiva este ambicioso orden del día, a abrir nuestros mercados y los de los demás, incluidos los de los sectores sensibles de la agricultura y los productos textiles, a negociar reglas de conducta y códigos internacionales en los ámbitos vinculados al comercio, como puedan ser la competencia, las inversiones, la salud o los consumidores. También es mejorar la buena gestión de las cuestiones económicas mundiales.

La Conferencia de Monterrey tratará de la financiación del desarrollo, es decir, del crecimiento de los países en desarrollo y de la reducción de la pobreza masiva: imperativo moral, imperativo económico y también imperativo de seguridad.

Conviene recordar que la primera fuente de financiación es y debe ser el ahorro interno de estos países, generado y movilizado en ellos por un mejor gobierno interno: Estado de Derecho, administración eficiente, sistema judicial independiente, políticas económicas sanas y gestión transparente de las finanzas públicas.

La otra fuente es la financiación exterior: la ayuda...

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