Opinión Invitada / Salvador Benítez: Milagros por decreto

AutorOpinión Invitada

Seguramente coincidimos en que México enfrentará graves problemas económicos en los próximos meses. Lo que es difícil de predecir -sin dejar de presentar un panorama oscuro- son las consecuencias sociales y políticas que se avecinan.

La pandemia mundial del coronavirus, cuyos efectos en nuestro País no podrán ser ocultados por el Gobierno federal, por desgracia es el acelerador de una devastadora reacción en cadena.

Durante su primer año de gobierno, el autoproclamado líder de "la esperanza de México" paralizó la economía, ahuyentó la inversión nacional y extranjera, convirtió al sistema de salud en una máquina inoperante; se ha empeñado en dividir a los mexicanos, permitió el incremento de la violencia a niveles jamás vistos, presentó macroproyectos inviables, canceló todo aquello que oliera a "neoliberalismo", humilló a las Fuerzas Armadas, satanizó a la empresa, de un plumazo suspendió proyectos de energía limpia e implementó la dádiva como herramienta de clientelismo político.

Lo más grave de todo es que las acciones que ha emprendido no han dado resultados positivos. Nuestra economía empeora día con día.

Al Presidente se le olvidó el más elemental principio económico: para crear riqueza se requiere trabajo y capital, y eso se logra sólo con inversión y más inversión.

Con una simpleza inaudita, y esperando milagros por decreto, el Presidente transfiere el peso de la responsabilidad social a los empresarios para que "sostengan" a sus empleados y trabajadores, aun cuando el aparato productivo esté totalmente paralizado y, además, para que cumplan con todas sus obligaciones fiscales e impositivas, porque el Gobierno necesita dinero para sus programas sociales, es decir, para apoyar al que no trabaja en lugar de apoyar al que sí trabaja.

Se olvida el señor Presidente que una gran mayoría de los empresarios mexicanos tienen pequeños negocios: de abarrotes, de plomería, talleres eléctricos, automotrices, actividades artesanales, de servicios, fondas, taquerías, tortillerías, y por mencionar un ejemplo particular, microempresarios que salen todos los días a bolear zapatos para sostener a su familia.

Son muchísimos empresarios en México que no cuentan con recursos, menos de grandes capitales, y que no tienen siquiera acceso a un sistema bancario que apoye el sostenimiento de sus negocios.

Con la intervención divina, el Presidente espera que todo empresario -no importa su tamaño- tenga liquidez para cumplir con sus obligaciones pasivas, ante una...

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