Opinión Invitada / Regresa el antipartidismo

AutorOpinión Invitada

Bárbara González

Con la selección de Josefina Vázquez Mota como candidata del PAN se ha completado la terna de candidatos con posibilidades reales de ganar la elección presidencial del próximo julio. Además de reanimar a las bases del PAN y provocar la reacción de los partidos de oposición, un efecto claro ha sido el aumentar la presión sobre los votantes independientes.

Es Vázquez Mota por el PAN, López Obrador por el PRD-PT-Movimiento Ciudadano o Peña Nieto por el PRI-PVEM, no hay más, y para algunos esta definición ha resultado, por decir lo menos, anticlimática.

Estando así las cosas no sorprende la reactivación del discurso antipartidos que tuvo auge en el 2009. El "no me gusta ninguno" suele ser la antesala de "todos los partidos son la misma porquería", y de ahí a "la democracia secuestrada por los partidos" hay sólo un paso.

Criticar a los partidos ha tomado el lugar que antes tenía criticar al PRI-Estado. Se trata de una crítica generalizada y que encuentra fácil aplauso.

Sin embargo, a diferencia de la crítica contra el PRI-Estado que fue productiva, la actual crítica contra los partidos, tal y como se ha sintetizado en el estribillo "que se vayan todos", es una crítica estéril y en cierta medida irracional, a la que le urge una dosis de realismo.

Vamos por partes. La crítica contra los partidos en el México de la post transición normalmente se asume como una bola de nieve imparable en la que el voto nulo y el abstencionismo arrollarán a los partidos si no hoy, entonces mañana.

Lo cierto es que ni el voto nulo ni el abstencionismo han provisto hasta ahora de elementos para sustentar esa predicción.

Con todo y la campaña mediática del 2009, el voto nulo de 5.4 por ciento aumentó sólo dos puntos porcentuales respecto a la elección intermedia del 2003.

En el comparativo, este voto nulo apenas sobrepasó a promedios en otras democracias y es muy inferior a votos de protesta que sí han llegado a tener un impacto, como el 21 por ciento de las elecciones legislativas del 2001 en Argentina, que precedió a la renuncia del Presidente Fernando de la Rúa.

En cuanto al abstencionismo, éste es en parte un legado del PRI-Estado. Nunca se suspendieron las elecciones, pero la voluntad popular no definía siempre al ganador y eso desincentivó la participación.

La trayectoria del abstencionismo en México ha sido irregular y no siempre ascendente. En el 2009 el abstencionismo disminuyó en más de tres puntos porcentuales respecto al 2003.

La...

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