Opinión Internacional/ La extraña crisis

AutorFelipe González

Es cierto, sin embargo, que el 11-S aceleró el proceso de deterioro económico y de pérdida de confianza pero, sobre todo, añadió la dimensión de un sentimiento de inseguridad sin precedentes.

El resultado de esta mezcla -que nos enfrenta por primera vez a una desaceleración del crecimiento en las tres áreas económicas dominantes, Estados Unidos, Japón y Europa, y a la aparición de amenazas imprevisibles, que poco o nada se parecen a las que solíamos considerar como amenazas para la paz mundial- es una "extraña crisis". En el mundo desarrollado crece el miedo y la incertidumbre. En el mundo de la exclusión aumenta la desesperanza. Y estos mundos no pasan sólo por fronteras geográficas, sino que conviven en toda la geografía del planeta.

Es explicable que esta crisis, por ser la primera de la nueva era globalizada, nos resulte extraña. No tenemos códigos que nos permitan interpretar la realidad, como lo hacíamos antaño, cuando crecía la tensión Este-Oeste, cuando estallaba un conflicto regional y definíamos con facilidad los alineamientos, o cuando se recalentaba la economía de algunos de los motores de la fase madura de la etapa industrial.

Por si faltara algo, desde la caída del muro de Berlín, la exaltación del mercado como el autorregulador de las conductas en todos los espacios, ha ido desplazando a la política en el discurso dominante, hasta hacerla menospreciable. El espacio público compartido, en la ciudad, en la nación o en la región supranacional, como responsabilidad de la política, se desenvuelve en la incertidumbre, carente de reglas y de proyectos para encarar el futuro y enfrentar las amenazas y los desafíos que plantea.

En este vacío de arquitectura del espacio público compartido triunfan los despropósitos, como el de Le Pen, ganador de las elecciones aunque los franceses no le den su voto, porque ganó la palabra, contaminando con la suya los discursos de todos los demás. ¿No es más grave que el temor al inmigrante lo inculquen responsables políticos "moderados", que sea el discurso propio de los extremistas y xenófobos tradicionales?

Se empieza a hablar del empleo de la Armada para combatir la inmigración "ilegal" o clandestina, así como de las Fuerzas Armadas para combatir el terrorismo internacional. Se confunden los términos y las amenazas. Los flujos migratorios se ven como "nuevos fantasmas" que recorren Europa. ¿Se lo pueden imaginar? Buques de guerra contra pateras, o contra desechos de barcos cargados de gente sin...

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