Opinión Invitada/ Chivas: Los sueños derrotados

Juan García de Quevedo

Para Agustín Levy, cazador, pescador, taurino y chiva.

Antes eran mágicas. Exactas. Religión popular, sentimiento y pasión nacional. Las gloriosas Chivas eran pueblo triunfador en los estadios. Sus jugadores, hombres enamorados de su camiseta. Idolos populares, tocables: eran pueblo que quería seguir con el pueblo. El "Jamaicón" Villegas extrañaba su barrio, su colonia, su ciudad y en las giras quería regresar. Para ellos París valía una misa, pero la nostalgia de su Catedral les impedía orar con la debida atención en Notre Dame.

El campeonísimo era como nuestro desarrollo estabilizador: había seguridad, confianza y un amplio sentido de pertenencia. El México de las múltiples crisis todavía no aparecían con la ferocidad actual. El mundo era en pesos y para todos. Los jugadores de millones de dólares tampoco habían aparecido en escena.

El futbol era lento, pero con mucha técnica como ese mundo nacional. Las Chivas lo expresaban a la perfección.

Incluso el orgullo, hoy por cierto bastante perdido, de la mexicanidad. El "Jamaicón" hacía bien en sentir nostalgia y querer regresar: la globalidad no existía, la aldea mundo era una palabra desconocida y la migración al norte era cuestión de aventureros.

Los mundiales se oían por radio por tanto el gran público poco sabía del fut en otros mundos.

Por lo pronto, aquí en nuestra tierra, las "gambetas extranjeras" nada podían contra el "Tigre" Sepúlveda y el "Chanfle" extranjero no era mejor que el del "Chololo" Díaz.

Teníamos hasta el Clásico de Clásicos como invención deportiva de nuestros conflictos sociales -provincia contra el centro, pobres contra ricos y todo lo que usted guste- representados por las gloriosas Chivas y el más que minoritario América.

Nuestros equipos tenían identidad, tenían origen, tenían propósito. ¿Cómo olvidar al Atlante y al pueblo bravo que lo seguía? ¿Cómo olvidar una sociedad con símbolos claros y certezas inamovibles?

Enemigos claros y por su claridad confiables, como el América; enemigos que servían para reafirmar identidad y origen; aficiones identificables.

La magia de las Chivas era que la representación de la provincia y de todos los provincianos estaba en sus colores y sus zapatos.

Las Chivas eran el equipo eje del fut nacional, les daba vida a todos y en todos estructuraba su gloria.

Las Chivas eran una garantía de estadios llenos y llenos de pasión. En esa época se era Chiva o Antichiva. Según una frase de un teórico deportivo, un país...

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