Opciones: ¿Estímulo o Tentación?

AutorMatt Murray

The Wall Street Journal

Preocupado de estar perdiéndose un auge que no se daría más, Roy Satterthwaite decidió buscar su parte.

Era a fines de los 90 y las opciones de compra de acciones en el mundo puntocom eran como un imán irresistible. Cediendo a este influjo, Satterthwaite abandonó un empleo donde ganaba US$150.000 al año en International Business Machines, Corp., para ocupar al fin el cargo de vicepresidente y gerente general de Commerce One, Inc. A comienzos de 2000, sólo siete meses después de empezar a trabajar para la empresa fabricante de software de comercio electrónico, ejecutó su primera opción de compra de acciones, convirtiéndose en millonario. Al comprar una casa de campo en Lake Tahoe lo hizo en efectivo, mediante un cheque.

El atractivo de las opciones de compra de acciones indujo a Satterthwaite y sus colegas a trabajar 100 horas a la semana, lo que representaba supuestamente una ventaja para la empresa. Pero ahora dice que esto también distorsionó sus prioridades. Convencidos de que estaban enfrascados en una carrera desesperada con sus rivales recién fundadas, tanto él como sus colegas dentro y fuera de Commerce One concentraron cada vez más sus esfuerzos en lograr ventas y tratos que aumentaran los ingresos. Esta era la cifra en que se fijaban los inversionistas, la que disparaba el precio de las acciones. El problema era que la incipiente infraestructura de la compañía no estaba a menudo a la altura de la tarea de respaldar todas esas ventas, agrega.

"Era una carrera loca para lograr un nuevo cliente, en vez de concentrarse en conseguir el éxito de las transacciones anteriores", recuerda Satterthwaite, quien ahora es ejecutivo de CommerceNet, una incubadora no lucrativa de tecnología en Palo Alto, California.

En Silicon Valley, dice Satterthwaite, las opciones "nos impulsaban a tener una perspectiva egoísta y a corto plazo" al promover el crecimiento rápido de las ventas a expensas de la tarea más detallada de levantar una infraestructura. "No creaban lo que, a mi juicio, los accionistas

querían, es decir, valor a largo plazo. En muchos sentidos, eran un castillo de naipes".

Commerce One rehusó hacer comentarios.

En un tiempo, asesores, profesores, inversionistas y políticos propugnaban las opciones de compra de acciones como el estímulo ideal. Se las consideraba un incentivo para que los ejecutivos y empleados valiosos mejoraran el desempeño empresarial al alinear su bolsillo con los de los accionistas.

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