Opaca Frida a Diego

AutorElisabeth Malkin

Es fácil olvidar que en el punto más álgido de su fama, en las décadas de 1920 y 1930 Diego Rivera tenía el nivel de una estrella: un comunista que pintaba murales para los grandes capitalistas de su tiempo, ofrecía una mirada épica de la historia y una visión cósmica del potencial humano.

Pero en las últimas décadas su reputación ha sido vastamente eclipsada por la "Fridamanía", el status de culto de Frida Kahlo.

"Es irónico que un artista que pintó millas y millas de frescos sea menos conocido que su esposa, quien pintó casi miniaturas", considera Linda Downs, experta y autora de varios libros sobre los murales de Rivera en Estados Unidos.

Sin embargo, en este 50 aniversario de la muerte de Rivera, la Ciudad albergó una serie de exposiciones que mostraron su amplia gama de trabajo, incluyendo no sólo frescos, sino pintura, acuarela, sketches e ilustraciones en revistas.

El culto a Kahlo, sin embargo, continúa imbatible: un recuento de visitantes al Palacio de Bellas Artes arrojó casi el doble de asistencia a la retrospectiva de Frida, con relación a la de Diego.

Pero Rivera es más conocido por sus murales, en particular los de Palacio Nacional y la Secretaría de Educación Pública. Si aparentan gran seriedad hoy en día, vale la pena recordar, apunta Juan Coronel Rivera, que Diego creó, junto a los demás muralistas mexicanos, el primer gran movimiento de arte moderno en el continente americano.

Pero la reputación de Rivera decayó posteriormente debido a interpretaciones simplistas de su obra, que no lograron interpretar el alcance de su curiosidad e intereses filosóficos, agrega Coronel.

El vasto volumen de trabajo expuesto en la conmemoración rescata a Rivera de una clasificación sencilla. El Homenaje Nacional involucró cinco exhibiciones en la Ciudad de México y una en Guanajuato, tierra natal del muralista.

"Diego fue un diluvio de trabajo", señala la crítica de arte Raquel Tibol, "era demasiado dinámico, y tantos temas culturales despertaron su interés de una forma muy vibrante".

Downs asegura que hay un interés reciente en el estudio del realismo cargado de política de los años 20 y 30.

"Está siendo reevaluado como un movimiento estético legítimo, mientras que antes era borrado, en especial por aquellos críticos que promovían el Modernismo".

La mirada emblemática de Rivera hacia el pasado prehispánico mexicano y su reciente historia revolucionaria perdura como una imagen definidora tanto al interior como al exterior del País. Pero para...

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