Los ombligos del porno

AutorAndrés Barba y Javier Montes

Aunque útil y hasta necesaria para posibilitar experiencias pornográficas, desde los años 80 la censura ha perdido el sentido del que creen dotarla sus instigadores. La instalación del porno en nuevos medios como el video, Internet o el teléfono móvil ha cambiado la naturaleza del fenómeno y ha vuelto irrelevante la cuestión del grado de censura deseable respecto a lo pornográfico. La nueva posibilidad de acceso universal al porno ha resuelto la cuestión por la vía de los hechos: basta con hacer clic.

Por otra parte, resulta revelador que justo en esa época la profesora estadounidense Linda Williams publicase un libro fundamental: Hard Core: Power, Pleasure, and the "Frenzy of the Visible. Hard Core" (1989) significó la superación del acercamiento polémico -pro/contra- al fenómeno pornográfico. Incluso hoy es imprescindible a la hora de estudiar el cambio en el tono con que la pornografía es tratada en Occidente. Williams pretendió acercarse a la pornografía de forma "neutral", en cuanto producto cultural importantísimo de las sociedades occidentales, y se empeñó particularmente en enviar juicios morales explícitos o implícitos. Estaba convencida de que estudiando a fondo las formas y discursos de la pornografía contemporánea podría saberse más acerca de quienes la producen y consumen: de una sociedad, en último término, que de un modo u otro se va volviendo una pornógrafa consumada. En mayo de 2001, Frank Rich publicada en el New York Times un artículo -"Naked Capitalists"- lleno de datos sobre la implantación comercial del porno: frente a las 400 películas manufacturadas anualmente por los grandes estudios de Hollywood, la industria del cine porno pone en circulación de 10 mil a 11 mil títulos nuevos. Setecientos millones de videos o DVDs porno se alquilan anualmente en Estados Unidos. Los ingresos de la industria en su conjunto -incluyendo revistas, páginas web, canales por cable y películas para circuitos privados como hoteles y sex-shops- ascendían a 14 mil millones de dólares anuales: una cifra que superaba en Estados Unidos, desde luego, los ingresos de la industria cinematográfica tradicional, pero también los del negocio del deporte profesional, beisbol, futbol americano y baloncesto juntos.

Cifras así obligaban a un cambio en los puntos de vista tradicionales sobre el porno. La propuesta de Williams era novedosa y estimulante y ya ha dado lugar a toda una nueva disciplina universitaria y a la creación de nuevos departamentos: Los...

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