Olvidan las cárceles

AutorMaría Luisa Pérez

Al iniciar, en 1997, la administración del Gobierno perredista en la Ciudad de México prometió que las cárceles de la Ciudad serían dignificadas.

Ahora, un interno del dormitorio 1 ó del 3 de la Penitenciaría capitalina tiene que defecar en los agujeros donde deberían estar colocadas las tazas, porque no hay inodoros y las instalaciones sanitarias de ese penal están en pésimas condiciones, según lo avaló la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

Se prometió que las cárceles se mantendrían limpias tanto física como moralmente, pero tres años después es posible fumarse un cigarro de marihuana por 5 pesos y tener relaciones sexuales clandestinas, durante media hora, por 25 pesos en el patio principal de cualquier reclusorio varonil, sin que ninguna autoridad intente evitarlo.

En esos tres años han habido dos titulares en la Dirección General de Prevención y Readaptación Social. El primero fue Carlos Tornero Díaz, quien prometió grandes cambios, pero que fue inhabilitado del cargo en 1998 por la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo al considerarlo responsable de irregularidades administrativas durante su gestión al frente de un penal en Villa de Ayala, Morelos, de 1994 a 1995.

El segundo y actual director de la DGPRS es Jaime Alvarez Ramos, quien no ha logrado combatir la sobrepoblación ni la drogadicción, o crear un verdadero plan de trabajo para los internos.

En la primera parte de la administración perredista, Tornero Díaz soñó con abatir la sobrepoblación. En enero de 1998, los penales tenían un excedente del 51 por ciento. Ahora, Luis de la Barreda Solórzano, Ombudsman capitalino, resumió en su más reciente informe que en los penales de la Ciudad no había grandes logros, y señaló que la sobrepoblación es del 65 por ciento.

"En nuestros reclusorios varoniles hay una sobrepoblación media superior al 65 por ciento, deplorables instalaciones sanitarias, hidráulicas y eléctricas", señaló el Ombudsman.

"No vemos ninguna mejora en lo substancial, en lo importante que para nosotros son las condiciones de vida cotidiana de los internos", resumió Angélica Ortiz, coordinadora de Seguimiento de las Recomendaciones de la CDHDF.

Readaptación, Imposible

Cuando el Partido de la Revolución Democrática asumió el poder en la Ciudad, se aseguró que los reclusorios funcionarían mejor porque se involucraría para ello al Sector Salud del Departamento del Distrito Federal, al Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, a la Secretaría de Educación y al Instituto Nacional de Educación para Adultos.

"Tengo que limpiar material, moral y físicamente los reclusorios, reorganizarlos, reactivar las actividades técnicas que han decaído mucho. Necesito volver a clasificar a los internos para su buena ubicación y facilitar el proceso de readaptación.

"El principio de legalidad es que todo el mundo tenga comida, espacio, trabajo que a todo el mundo se le respete su visita, su familia, que todo el que lo amerita tenga visita íntima, atención médica. Cuando haya cumplido con esas cosas que todo el mundo debe tener, entonces tendré cara para exigirle a los internos. Antes, no tengo cara", aseguró Tornero Díaz.

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