Con los ojos en el mar

AutorIvett Rangel

Enviada

MALDONADO, Uruguay.- Al este, las playas bravas del Océano Atlántico; al oeste, las aguas mansas del Río de la Plata. A donde sea que se mire, Punta del Este obliga a encontrar descanso en su interminable horizonte de mar.

El efecto de este juego hipnótico es total. Nadie se resiste a gozar de un verano austral en esta península más que uruguaya, refugio de argentinos, brasileños y paraguayos.

Punta -como le llaman sus habitantes- luce silenciosa, incluso melancólica: torres de departamentos con persianas cerradas, locales con letreros que dicen "nos vemos la próxima temporada" y sólo unos artesanos en el mercado.

Sin embargo, esa serena postal está por cambiar: a partir del 15 de diciembre, esta escollera despierta de su letargo para transformarse en el rincón más vigoroso y sofisticado de Sudamérica, al que se le compara con Saint Tropez o Ibiza.

"Suelo venir en verano porque Punta tiene una energía impresionante. Además de que la luz es muy especial, aquí es donde me llega la inspiración", dice Pablo Atchugarry, escultor uruguayo que divide su vida en el Lago de Como, en Italia y Manantiales, el pueblo vecino de Punta.

Quienes residen aquí de manera permanente coinciden en que Punta es una ciudad en verano y otra el resto del año. Aunque no tengan la calidez de las aguas ni la suavidad de la arena del Caribe, las playas se saturan durante el día; y las calles Dos y Gorlero -donde se concentra la actividad comercial y gastronómica- se llenan durante la noche. A las 10 de la noche, invariablemente, sucede "la hora del taco", refiriéndose al tráfico que enloquece a la ciudad debido a que todos están afuera, preparándose para cenar.

"En el verano no quieres ni dormir, hay mucho qué hacer en todos lados. Hay conciertos, desfiles, festivales...", dice Leonardo Richieri, uno de los oriundos.

Sólo hay un detalle que nunca cambia: Punta se rige por modas. Cada temporada, dos o tres sitios están en boca de todos. Playa Bikini es el sitio obligado para ver y dejarse ver; por ahí pasan personalidades de Hollywood, paparazzis a la caza de la mejor imagen y solteros que quieren dejar de serlo. El restaurante La Huella se ha convertido en el símbolo gastronómico, por lo que asegurar un lugar requiere llamar con tres días de anticipación. Moby...

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