A ojo de pájaro / El Salón México

AutorGuadalupe Loaeza

Hace unos días volví a ver la maravillosa película Salón México (1948), dirigida por Emilio Fernández. Nunca conocí ese sitio que es como una leyenda de la Ciudad de México. Estoy segura que mi padre lo conoció, pues él me contó que, cada año, en este lugar donde se bailaba danzón se hacía una de las pastorelas más bonitas de la capital, y que sobre un burrito iban los peregrinos, dando vueltas por las tres pistas de baile, la de sebo, la de manteca y la de mantequilla, como les decían a cada una de ellas.

Dicen que las ficheras llegaban a las puertas del Salón México acompañadas de sus madres y que, antes de entrar, les daban la bendición. Sin olvidar, naturalmente, el letrero que dicen que existía: "Prohibido tirar las colillas al suelo porque se queman los pies las señoritas".

Gracias a esta película dirigida extraordinariamente por el Indio Fernández y con la fotografía de Gabriel Figueroa, me hice una idea más precisa de este lugar, vi el vestíbulo en donde se compraban los boletos y los espejos deformantes que estaban en la entrada. Muchos dicen que esos espejos eran los que estaban en el Salón Rojo en la época del Porfiriato, y que luego fueron llevados al Castillo de Chapultepec, pero en realidad los espejos del Salón México estuvieron ahí durante muchos años, al mismo tiempo que los que estaban en Chapultepec.

Qué bonita se ve Marga López en su personaje de Meche, con sus trenzas y su boca pintada, bailando danzón para poder pagar el internado a su hermana, Beatriz (Silvia Derbez), en la escuela que dirige la actriz Mimí Derba. Salón México cuenta la historia del amor del policía Lupe López (Miguel Inclán) por Meche, por lo que la defiende del hombre que la roba y la amenaza. Debió haber miles de historias como ésta en los 40 años que existió el salón de baile en la calle de Pensador Mexicano 16, es decir, detrás de Bellas Artes. Antes de que fuera un salón de baile, en ese local existía una panadería llamada Los Perros. Fue inaugurado el 20 de abril de 1920 y duró abierto hasta 1960. Durante todo ese tiempo, ahí se hacían los mejores concursos de baile; no sólo se bailaba danzón sino rumba, fox trot, tango, swing y guaracha, pero el premio más grande era el que correspondía al danzón, el "rey de los bailes".

Porque el baile más bonito, elegante y aristocrático de la música cubana es el danzón. "Los bailadores" se miran a los ojos y se toman con mucha clase cuando van a empezar a bailar. Dicen que cuando se baila jamás se debe...

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