Con ojo místico

AutorMauricio Angel

Como si fuera por un embrujo, los ojos del mexicano Rodrigo Prieto miran con el cristal adecuado los mundos que otros imaginan.

Con su cámara como extensión de su mirada en la película El Irlandés, entre la violencia de gángsters, encuentra el arrepentimiento de un hombre en decadencia; en Silencio presencia el debate de dos religiosos que deciden sobre su fe; y en Secreto en la Montaña descubre con sensibilidad los sentimientos ocultos entre dos vaqueros.

Las tres nominaciones al Óscar a la Mejor Fotografía que acumula le resultan lógicas a quienes vieron esos ojos cuando Prieto era estudiante en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), hace 30 años. Entre ellos, el cinefotógrafo Henner Hofmann, quien asegura que es una cualidad que su colega portó siempre.

"Tiene una mirada especial, como lejana. Si le ves los ojos a Rodrigo, como los del 'Chivo' Lubezki, notas que su pupila llega más adentro, porque ser fotógrafo es ver la luz y composición", dice Hofmann.

Sea de origen místico o biológico, la cualidad la tuvo antes de que Martin Scorsese lo hiciera su hombre de confianza, antes de ser requerida por figuras como Spike Lee, Pedro Almodóvar, Ang Lee, Oliver Stone y Alejandro G. Iñárritu.

Hoy, Prieto sabrá si la magia del destino le concede, en su tercera oportunidad, su primera estatuilla de la Academia de Hollywood.

Talento innato

Sus ojos vieron la luz el 23 de noviembre de 1965 y 10 años después tomó sus primeras imágenes con la cámara Súper 8 de su padre, ingeniero aeronáutico. Con su hermano hacía stop motion con monstruos de plastilina.

Discípulo de la fotógrafa Nadine Markova, en 1986 entró al CCC en su segundo intento, en la generación de los "Ukeleles" (1986-91).

Como estudiante ya tenía peleando por sus servicios a sus compañeros Jorge Ramírez-Suárez (Conejo en la Luna), Ignacio Ortiz (Cuento de Hadas para Dormir Cocodrilos) y Daniel Gruener (Sobrenatural).

"El primer ejercicio de realización que hacíamos con el maestro Alfredo Joskowicz era de una pelota. Cualquiera que fotografiaba Rodrigo inmediatamente se veía muchísimo mejor que cualquier otro.

"Eso habla de un ojo, calidad y talento nato", recuerda Ramírez-Suárez.

Dedicado, amable, algo tímido, pero con sentido del humor, así lo recuerdan sus compañeros y maestros, quienes destacan que, en una generación llena de virtuosos, Prieto lograba brillar.

Su...

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