Ojo Clínico / ¿Fenómenos científicos?

AutorEnrique Goldbard

Se ha convertido en práctica común la predicción por parte de expertos en la materia de todo tipo de acontecimientos que acaecerán a lo largo del año que comienza. Desde las más burdas obviedades en lenguaje llano hasta las profecías más incomprensibles en lenguaje "nostradámico".

No es que la capacidad de predecir el futuro sea algo que quede fuera del alcance del ser humano, hay fenómenos que pueden ser perfectamente conocidos antes de que sucedan, con el margen de error que cada ejercicio de esta naturaleza permita.

No nos son extraños, a estas alturas, los pronósticos meteorológicos emitidos con frecuencia en todo tipo de medios de comunicación, con alta certidumbre en la mayoría de los casos; o los que se refieren al comportamiento económico de alguna organización, país o región del mundo, o de la evolución de una enfermedad en un paciente.

El entorno de certeza de estas predicciones depende de factores como variables (menos variables, más certeza), desarrollo científico-tecnológico de la disciplina, plazo (mayor certeza a corto que a largo plazo), etcétera.

Para la superstición, el ocultismo y la pseudociencia estas condiciones poco importan, mientras más descabellada sea la sugerencia, más largos los plazos, más enredada la explicación y más difundido el artificio, mejor.

Es así que a 50 o más años se encuentran todavía seguidores de la homeopatía de S. C. Hahnemann, de la dianética de L. Ron Hubbard o de la orgonomía de Wilhelm Reich.

El médico alemán Samuel Christian Hahnemann publicó su obra cardinal El Organon en 1810 en la que expone su "ley similia", que establece que un medicamento cura una enfermedad cuando este mismo medicamento, tomado por una persona sana, produce síntomas similares a los de la enfermedad en cuestión.

Los remedios homeopáticos se administran en dosis increíblemente pequeñas, porque de acuerdo a las creencias de Hahnemann, mientras menor es la dosis, mayor el efecto; sucede entonces que hay compuestos diluidos hasta la billonésima de una partícula.

Un homeópata demostró mil 349 síntomas de una dosis de una diezmillonésima de un grano de sal.

Dilución equivalente a dejar caer una gota de medicamento en el océano Pacífico, mezclarla bien y tomarse una cucharadita.

Después de un crecimiento extraordinario durante el siglo 19, la corriente comenzó a declinar, hasta que de 20 escuelas dedicadas a la homeopatía para el año 1900 en Norteamérica, en la...

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