OJO CLÍNICO / Muertos de hambre

AutorEnrique Goldbard

No con el afán peyorativo con el que se usa habitualmente la frase que da título a este texto, sino con los ojos bien abiertos ante la brutal realidad que vivimos en este País, hemos presenciado, a través de los medios, la muerte de hambre de un joven (38 años) que no recibió atención médica a tiempo (¿que significará a tiempo en un caso como este?) para rescatar lo que quedaba de él después de años de vivir en la miseria, en la inopia, en el abandono, en un México que ahora se preocupa por la nueva epidemia de obesidad cuando no ha podido resolver la ancestral plaga del hambre.

Y, por supuesto, a nuestras preclaras autoridades se les ocurre que la solución es despedir al director del hospital al que acudió el enfermo, prototipo dicha clínica de un sistema de salud con unas carencias tan graves como las que aquejaban a José Sánchez Carrasco, jornalero.

En una muerte como esta se reúnen varios infortunios que en México no resultan obra de la fortuna, su simple enumeración es ya de por sí un acto de contrición para quienes nos dedicamos de algún modo al cuidado de la salud humana:

-La indigencia en la que se debate casi la mitad de la población de la nación mexicana. Tanto así, que cuando escuchamos por la radio una entrevista en la que el reportero le pregunta -con desagradable tuteo- al señor Sánchez Carrasco cuánto tiempo lleva sin comer y el interrogado responde: "tres semanas", el periodista se rehusa a creer que se pueda...

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