OJO CLÍNICO / Estrés: ¿enfermedad o invento?

AutorEnrique Goldbard

"Me voy porque en esta casa se siente mucho estrés", nota de renuncia de una trabajadora doméstica.

Después de más de 70 años de introducido el concepto de estrés ("stress", en inglés) por Hans Selye y de haber pasado la última y definitiva prueba de aceptación, que consiste no en su aparición en las revistas científicas, sino en su incorporación -castellanizada- al diccionario de la Real Academia Española, se podría decir que todo mundo a estas alturas sabe lo que el término significa, su vigencia en la vida diaria y sus ramificaciones profesionales y comerciales.

Atreverse a dudar de la existencia de este síndrome -condición, como lo llaman algunos- o de caracterizar algunas de sus definiciones, como inconsistentes, podría acarrear la excomunión psicológica.

Para el mismo Selye, el estrés es "la respuesta adaptativa del organismo ante los diversos estresores" y "estresores" o "situaciones estresantes" son "estímulos o situaciones que provocan una respuesta de estrés".

Desde luego, esta especie de tautología tal vez no lo sea tanto, puesto que su creador introduce una serie de explicaciones que intentan clarificar el concepto original, considerando, además, que el industrioso Selye trabajó minuciosamente con diversos modelos animales para apuntalar su hipótesis.

No obstante, Angela Patmore, autora del libro La Verdad sobre el Estrés, durante su asociación en la Universidad de East Anglia con la Organización Mundial de la Salud (OMS), encontró "literalmente cientos de definiciones de estrés, algunas de ellas opuestas, otras irreconciliables, aunque todas aseguraban ser la correcta".

Como ha sucedido con muchas otras propuestas en el nebuloso ámbito de lo "psicosomático", una vez que los comerciantes de lo ignoto encuentran un filón que explotar, todo lo que fue bien intencionada investigación y trabajo original, se convierte en culto o en ideología. Es así que la charlatanería, auspiciada por la industria del manejo del estrés, ha crecido de forma espeluznante; tan sólo en el Reino Unido, el número de los llamados "consejeros de estrés" se ha incrementado en un 804 por ciento de 1991 al 2003.

El ausentismo a causa del estrés alcanza 12.8 millones de días perdidos al año en Gran Bretaña y cuesta más de 1.2 miles...

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