Ofrecen atención, discreción y lujo

EL NORTE / Redacción

La magia y el encanto de un palacio que guarda en sus paredes la historia de más de dos siglos, decorado con obras de arte del Siglo 17, es la atmósfera que se respira en el Hôtel Le Bristol, ubicado en el corazón de París.

Construido en 1758 en lo que anteriormente fue un vasto terreno de hortalizas, el palacete donde ahora se ubica el hotel parisino fue comprado en 1829 por el conde Jules de Castellane, mecenas del arte dramático, quien dio la oportunidad de actuación a varios artistas.

Pierre Jammet, miembro de una familia de hoteleros franceses, adquirió en 1924 el conjunto arquitectónico para convertirlo en un lujoso hotel al que bautizó con el nombre de Bristol, en honor a un viajero del Siglo 18, Frederik Augustus Hervey, cuarto conde de Bristol.

El hotel fue ampliado más tarde con la adquisición del convento de las Petites Soeurs de la Bonne Espérance.

Miembro de la red Leading Hotels of the World, el Hôtel Le Bristol es desde 1978 propiedad del alemán August Oetker, quien al igual que Jemmet en su época, no ha descansado para lograr la construcción de un hotel que se distinga por su elegancia, discreción y servicio al cliente.

"El hotel está ubicado en el distrito ocho de París, a cinco minutos a pie de los Campos Elíseos, en la famosa calle Faubourg Saint Honoré", dijo Dominique Debay, directora de relaciones públicas de Le Bristol, "que es el lugar donde están todas las tiendas de lujo, galerías de arte y lugares de moda como bares y restaurantes".

Con 175 habitaciones, 48 de ellas suites, decoradas cada una de forma original con un sobrio estilo del Siglo 18, y 400 personas que ofrecen un servicio personalizado, los huéspedes encuentran en Le Bristol el confort de haber llegado a casa después de un largo viaje.

"Estamos a disposición del cliente, él puede pedir lo que desee", expresó Debay, "es un hotel donde no se dice no.

"Una vez tuvimos a alguien que quería una máquina de 'popcorn' en una de las terrazas para sus hijos, y aunque el 'popcorn' no es muy francés, encontramos la máquina para hacerlo".

El cambio de mobiliario, las flores de un solo color, un gran árbol navideño en el centro de la habitación y la fabricación de batas de baño o calzado en tallas pequeñas son ejemplos de la atención que Le Bristol brinda a sus invitados.

Un restaurante de verano con ventanas abiertas que dan al jardín y terrazas para tomar el Sol, y uno de invierno decorado con revestimiento de madera, arañas de cristal y...

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