Un oficio personalizado

AutorAlicia Sánchez y Carlos Daniel Riojas

"Todos los cuerpos son diferentes. No hay dos cuerpos iguales, por eso se ve tan diferente cuando alguien lleva un traje hecho a la medida y de calidad porque, más que un lujo, es una inversión que le da carácter y personalidad a un hombre". Entre otros argumentos, con esa explicación, el sastre Daniel Torres justifica la importancia de su oficio.

Y es que, antes de la producción masiva de prendas de vestir y del nacimiento del término diseñador de modas, el sastre era el encargado de la vestimenta de nobles, militares y civiles, y el experto en los materiales y procesos involucrados en su confección.

Lamentablemente, según Torres, quien tiene su taller en San Pedro, la industrialización y una economía que privilegia lo barato ante lo bien hecho han reducido el nicho de clientes que busca sus servicios, y que en algunos casos los encasilla en reparadores de prendas ya confeccionadas.

"Las nuevas generaciones no han tenido la oportunidad de tener una prenda hecha a medida, no saben que es posible y que es algo accesible", dice, "porque crecieron viendo ropa ya terminada en las tiendas y creen que un sastre es para viejitos o para gente de poder".

Por el contrario, Torres afirma que el trabajo de un sastre es adaptable a su cliente, lo que permite incorporar en sus confecciones los estilos, elementos y modas que un joven desee para su traje, y que en cuestión de presupuesto, hay textiles para todos los bolsillos.

Otro punto a favor del trabajo de sastrería personalizada es la manipulación de las prendas para su óptimo lucimiento y que a la vez favorezcan la complexión de su portador.

"Además de las medidas, se consideran aspectos que son diferentes en cada cuerpo, como la postura, la posición de los hombros, encorvamiento, forma de la espalda y abdomen, largo y uniformidad de brazos y piernas, etcétera. Todo eso afecta a los cortes del traje", explica el sastre.

HEREDEROS DE TALENTO

Los sastres César y Esaú Soto son vistos como una especie en extinción, ya que cada vez son menos las personas que se dedican a esta labor.

Acompañados de la cinta de medir, tijeras y un muestrario de telas, los propietarios de Sastrería Soto empiezan a darle forma cada día en su taller de sastrería.

"Somos muy pocos los expertos que se dedican a esto. Desgraciadamente nos llegan a confundir con reparadores o costureros, sin embargo, no saben que la sastrería es todo un arte y requiere de experiencia, saber de medidas y proporciones para hacer del traje toda una...

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