El odio: signo del tiempo actual

José Antonio Lozano Díez*EL UNIVERSALEn los últimos años una ola de enormes proporciones recorre el planeta: el aumento del odio. En diversos países el número de los denominados "delitos de odio" (los que se cometen contra las personas por ser quienes son) ha aumentado de forma dramática. En distintos sistemas políticos el aumento de la polarización amenaza a la tolerancia, necesaria para la preservación de la democracia. A nivel global, el estallamiento de conflictos pone en riesgo el orden geopolítico.Sin embargo, el efecto más profundo del odio es en la psique de las personas que se ven afectadas por él: se trata de una pasión que genera vacío, ansiedad y depresión. El odio suele ser confundido con otras pasiones que, si bien están relacionadas con él, tienen naturaleza distinta como lo son la ira, el resentimiento, el rencor, la envidia y el asco.La ira es una locura momentánea, una pérdida de control por un acontecimiento concreto. El resentimiento regularmente parte de una herida personal (un trauma) que reflejamos en el otro. El rencor es un resentimiento crónico. La envidia que es entristecerse por el bien ajeno. El asco es la repugnancia hacia otro. El odio, en cambio, es la aversión a otra persona cuyo mal se desea activamente. Por ello es la más peligrosa de todas.Si no se tratan a tiempo, cualquiera de las pasiones relacionadas puede terminar convirtiéndose en odio.El odio ha sido una pasión poco estudiada. Como toda pasión, tiene distintos niveles de análisis: el espiritual, el mental y el fisiológico. En fecha reciente, el neurocientífico Semir Zeki de la Universidad de Londres comenzó a estudiar los efectos cerebrales que produce: a un grupo de 35 personas que declararon odiar a...

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