Odia Koolhaas 'star system'

AutorJulieta Riveroll

El holandés Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944) odia la etiqueta de star system que engloba a los arquitectos de renombre mundial, pues considera que tiende a minimizar su potencial creativo, pero reconoce que forma parte de esa élite.

"Real y sinceramente, odio esta palabra (star system), y la odio porque está vinculada a la mera creación de iconos. Decidí quedarme en Holanda porque ahí la idea de celebridad ni siquiera existe, no es algo relevante y tratamos de que no lo sea".

Ser parte de este selecto grupo, admite, tiene ciertas ventajas, como la credibilidad, pues sus clientes no temen que sus ideas sean irrealizables. El aspecto negativo es la arraigada creencia de que, como arquitectos, están dispuestos a hacer cualquier cosa, cuando debe haber un sentido para concretar la ambición de alguien más.

El Premio Pritzker 2000, quien viaja a México desde hace una década, anunciará en varias semanas más su primer proyecto arquitectónico en el País, uno de los que mejor conoce de la región latinoamericana.

Sin proporcionar detalles sobre el edificio, que se construirá en el Distrito Federal y que, según reportes periodísticos, podría ser un rascacielos, admitió que le gustaría trabajar en el Centro Histórico y subrayó su interés en la renovación de espacios. "Restaurar el centro es bueno, pero no basta para que en el resto de la ciudad todo marche bien", opina el arquitecto, quien esta semana se reunió con Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno capitalino.

La imagen que retiene de la capital es la de una ciudad infinita, con bellos paisajes, grande y a la vez alegre, donde las construcciones improvisadas logran convivir con los edificios de alto diseño. Hoy le resulta menos caótica y paranoica, dice, que durante sus primeras visitas.

Koolhaas, quien trabaja actualmente en la nueva sede del canal de televisión oficial de China, CCTV en Beijing, desde donde se transmitirán las Olimpiadas de 2008, cuestiona la obsesión mundial por la creación de iconos arquitectónicos.

"Es una situación desafortunada porque limita a los arquitectos a crear formas, mientras los aspectos sociales o culturales de su obra quedan ocultos. No podemos evadir esa expectativa (de crear iconos), por eso hay que insistir en hacer trabajos serios", afirma en entrevista.

De visita en México, el urbanista y autor de Delirious New York (1978) explica que el efecto principal de la economía sobre la arquitectura es que, mientras hace 50 años, la mayor parte del trabajo se concentraba en...

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