El ocultamiento de la muerte

AutorEnrique Krauze

Tras el éxito mundial de Amores perros, Alejandro González Iñárritu decidió asomarse aún más en la boca del lobo y abordar, de manera directa y con la mayor crudeza, el tema de la muerte. La muerte no como usualmente se trata en las películas de Hollywood (el desenlace rosa de una historia, con su música de fondo, sus tonalidades sentimentales y su previsible moraleja), sino la muerte como el comienzo y la raíz de la historia. 21 Gramos es una respuesta compleja y múltiple a antiguas preguntas existenciales. ¿Cuánto pesa la culpa en quien, sin buscarlo, provoca la muerte de personas inocentes? (Benicio del Toro) ¿Cuánto pesa el dolor en quien pierde a los seres entrañables? (Naomi Watts) ¿Cuánto pesa el temor en quien está condenado a ella? (Sean Penn) ¿Cuánto pesa la muerte?

El público de México acogió la cinta con entusiasmo. Es natural. Tanto la cultura indígena como la española veían la muerte con la estoica familiaridad que, en alguna medida, caracteriza todavía a la vida mexicana. En Europa, 21 Gramos ha tenido excelente acogida. En Italia es un éxito de taquilla. "Sorprendente, brutal como un puñetazo", opinó Liberation en París. En Inglaterra, la cinta obtuvo cinco postulaciones a los premios Bafta. En cambio, en Estados Unidos la crítica y el público fueron menos unánimes en sus elogios y no obtuvo postulación al Oscar, salvo para Watts y Del Toro. Reconociendo el gran talento de González Iñárritu como director de actores, la agresividad casi física de su fotografía y las formidables actuaciones de sus tres protagonistas, se han señalado algunos inconvenientes de la edición, que en su estructura tijereteada confunde al espectador y le impide identificarse emotivamente con los personajes. Quizá tengan razón, pero sospecho que su extrañamiento con respecto a 21 Gramos revela menos las limitaciones de la película que las de su propia actitud -y, en general, la actitud de la cultura estadounidense- ante la muerte.

"El ocultamiento de la muerte para preservar la felicidad -escribió el historiador francés Phillippe Aries- nació en Estados Unidos a principios del siglo XX". El estadounidense -percibió Aries- había alejado la muerte de su horizonte cotidiano, relegándola a una condición accidental, algo que les ocurre a ciertas personas por no cuidar su salud ni ir al gimnasio, una extraña mutación terminal cuyo desenlace debe darse fuera y lejos del hogar, en el espacio neutro y remoto de los hospitales. En este mismo sentido, el teólogo...

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