El Octavo Pasajero / Corazón Frío

Quizá la poesía que había escrito a principios de los noventas aún seguía viva y por eso no la quería ni ver, pues hablaba en términos metafóricos y se alejaba de la vida real. Mónica de seguro sonreía desde un balcón del bufete de abogados donde yo trabajaba.

Cuando el tren se detuvo 10 minutos me concentré -por salud mental- en el encierro sufrido, mientras los rostros de los vecinos de vagón se tornaban impacientes.

Teníamos casi diez minutos esperando cuando un joven, de unos 17 años, decidió que era buen momento para rezar y discretamente tomó un rosario que sacó de la bolsa de su traje.

Por décimas de segundo recordaba las frases que un día escribí y me apartaba del enojo. De repente, el muchacho del rosario abrió los ojos y sintió bajo sus zapatos el latigazo del tren en movimiento; tal vez Dios escuchó primero.

Empecé a recordar: "te dejé en un breve y muy doloroso momento de mi vida, en el que la suerte saltó de mi azotea al vacío, cual ladrón. Por si volvías me asomaba a cada rato por la ventana...

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