EL OBSERVADOR GLOBAL / Irán con ojos venezolanos

AutorMoisés Naím

Irán es república islámica y Venezuela, república bolivariana. El jefe supremo de Irán es un clérigo poco amigo de hablar en público. El de Venezuela no para de hacerlo y le anuncia por televisión a su mujer que se prepare, porque al llegar a la casa le "va a dar lo suyo". Mientras que la civilización persa es una de las más antiguas de la humanidad, la historia de Venezuela es, digamos, algo más breve. En fin, la lista de diferencias es larga: estos dos países no deberían tener nada en común.

Pero lo tienen. El parecido es tal, que la experiencia venezolana aporta interesantes claves para entender la crisis iraní.

Las imágenes de las marchas de la Oposición en Teherán -multitudinarias, pacíficas, sin jerarquía clara y con la participación de gente de todas las edades y estratos sociales- son idénticas a las que solían ocurrir en Caracas antes que el Gobierno y la frustración las asfixiaran. Oír la desesperación en la voz de los jóvenes iraníes es oír las de los estudiantes venezolanos que llenaron el vacío político creado por una Oposición largamente ineficaz. Y oír a Mahmoud Ahmadineyad decir que quienes protestan su victoria son sólo un "polvillo irrelevante" es oír a Hugo Chávez llamando "escuálidos y vendepatrias" a los millones de venezolanos que no votan por él.

Ver los vídeos de los basiyís, las milicias islámicas, disparando a mansalva contra quienes marchan pacíficamente reclamando una elección limpia es volver a ver el vídeo donde las milicias chavistas -plenamente identificadas- disparan contra opositores desarmados. Los motociclistas que recorren las calles de Teherán repartiendo bastonazos se parecen demasiado a los que aparecen cada vez que la Oposición sale a las calles de Caracas. Enterarse de que el Tribunal Electoral iraní es un apéndice del Gobierno de Ahmadineyad es recordar que el jefe de ese mismo organismo en Venezuela, después de las elecciones, pasó a ser el vicepresidente del Gobierno cuya victoria había certificado días antes.

Tanto Hugo Chávez como Mahmoud Ahmadineyad llegaron al poder gracias a su mensaje de lucha contra la corrupción y la desigualdad y por las esperanzas que generaron entre los más pobres. Sin embargo, en Irán y Venezuela la magnitud de la corrupción es hoy sólo superada por la impunidad con la que operan los corruptos del régimen. Los dos líderes han facilitado una fastuosa acumulación de riqueza en manos de una...

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