EL OBSERVADOR GLOBAL / Musulmanes mudos

AutorMoisés Naím

En China discriminan y matan a los musulmanes y en Dinamarca un periódico publicó caricaturas que se consideraron ofensivas al profeta Mahoma. El mismo mundo musulmán que en el 2005 reaccionó con indignación y furia ante la publicación de las caricaturas se hace el ciego, el sordo y el mudo frente a la violencia y la discriminación que sufren los uigures -una minoría musulmana- a manos del Gobierno chino.

La reacción a la publicación de las caricaturas fue instantánea. Once Embajadores de países musulmanes elevaron la propuesta formal de sus respectivos Gobiernos ante el Primer Ministro danés. Éste les explicó que en Dinamarca hay libertad de prensa y que el Gobierno no tuvo nada que ver con la decisión de publicarlas. No importó. Días después, el consulado de Dinamarca en Beirut fue incendiado y en Afganistán, Paquistán y Somalia estallaron violentas manifestaciones en protesta contra las caricaturas, dejando un saldo de varios muertos. Diarios de Noruega y otros países decidieron publicarlas como gesto de solidaridad y en defensa de la libertad de expresión, lo cual exacerbó la ola de violencia. En Damasco, miles de espontáneos incendiaron las Embajadas de Dinamarca y Noruega. En Teherán, Mahmud Ahmedineyad decidió replicar a la publicación de las caricaturas montando una exposición de otras caricaturas. ¿El tema? Mofarse del Holocausto. Inevitablemente, los vídeos y los sitios de Internet de Al-Qaeda mencionaron las caricaturas publicadas en Europa como un ejemplo más de la nueva cruzada de Occidente contra el Islam. Las fetuas ordenando los más severos castigos para los caricaturistas y directores de periódicos no se hicieron esperar.

Mientras tanto...

Desde la década de los noventa, el Gobierno chino ha venido aplicando severas políticas represivas contra los uigures. En las escuelas se prohíbe la educación en su idioma y a los empleados públicos no se les permite llevar las largas barbas comunes entre ciertos musulmanes, rezar durante la jornada laboral o ayunar. Las mujeres que trabajan para el Estado no pueden usar velos que les cubran la cabeza. Los uigures son discriminados en el acceso a la salud, la educación, la vivienda y el empleo. Los jóvenes uigures son frecuentemente forzados a trabajar en lejanas provincias, mientras que millones de personas del resto del país son estimuladas por Beijing a mudarse a la provincia de Xinjiang con promesas de empleo y otros incentivos. Más de dos millones han respondido a estos estímulos.

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