EL OBSERVADOR GLOBAL / Dinero mundial frente a política local

AutorMoisés Naím

La crisis de la eurozona es la más reciente y furiosa manifestación del choque entre dos de las tendencias más importantes de nuestro tiempo; una muy antigua y otra muy nueva. La tendencia más antigua es que la política está definida por los intereses y pasiones locales. La nueva es que el dinero se ha hecho global. Este choque sacude a la economía y la política de Europa y sus efectos también son evidentes en otras regiones y países.

La política es siempre local es la conocida afirmación del político estadounidense Tip O'Neill. Y es verdad: el éxito de un político depende de su capacidad para captar cuáles son los intereses y preocupaciones más concretas de sus votantes y prometerles soluciones para sus problemas cotidianos. Son esos problemas locales, y hasta personales, y no las grandes pero intangibles ideas lo que más le importa a la mayoría de la gente. Pocos piensan más allá de sus fronteras a la hora de votar o decidir a qué político, partido o causa apoyar.

La frase de O'Neill sobre la política choca con otra igualmente común: el dinero se ha hecho global. Basta apretar una tecla del ordenador para invertir o gastar en casi cualquier otro país a la velocidad de internet.

Las cifras son extraordinarias: el mercado mundial de divisas es hoy ocho veces más grande de lo que era hace solo 20 años. En ese periodo, los montos destinados a la compra de empresas y activos físicos en otro país (la inversión extranjera directa) se multiplicó por cuatro, creciendo más rápidamente en los países pobres. Esta explosión del movimiento mundial del dinero es un arma de doble filo. Ha creado nuevas y abundantes fuentes de financiamiento y de empleo, y países como China (que atrajo 185 mil millones de inversión en 2010) o Brasil (48 mil millones) no hubiesen podido sacar a tanta gente de la pobreza como lo han hecho en la última década si no hubiese sido por la inversión extranjera.

Pero... el dinero es cobarde, despiadado y veloz. Como vemos ahora en Europa, cuando los inversionistas se asustan salen a tanta velocidad como entraron, dejando a los países tambaleando. Y también hay especuladores que apuestan a estas crisis y se lucran con ellas, contribuyendo así a desestabilizar economías y gobiernos. Pero los especuladores no crean las crisis; las aprovechan cuando los gobiernos permiten que sus economías se hagan vulnerables.

Pero si el dinero es mundial y la política es local, el comercio internacional es regional. Sorprendentemente, la...

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