'Mi obra no es convencional'

AutorSilvia Isabel Gámez

De niña, Laura Anderson Barbata quería convertirse en la versión femenina de Robinson Crusoe. En Mazatlán, junto a la playa, soñaba con la selva. Reunía palitos para construirse una casa, quizá un refugio. "Era mi fantasía".

Cuando en 1992 descubrió el Amazonas venezolano, la artista supo que pisaba la selva de su infancia. A la orilla del Orinoco se encontró con los ye'kuana, que enseñaban a los yanomami cómo hacer canoas. Les pidió aprender la técnica para integrar esas formas a su escultura. "¿Y tú qué nos puedes enseñar a cambio?". Esa respuesta dio un giro radical a su vida.

Laura propuso enseñarles a fabricar papel para que escribieran el Watunna, la historia mítica de su origen. Durante años nadie supo del proyecto. Viajaba unos meses al Amazonas sin apenas comida, sólo un poco de sal y algunas semillas. Un día le ofrecieron una lombriz; no ha olvidado su sabor: dulce, intenso.

"Si era temporada de papaya o de piña, podía hacer trueques. Llevaba una Polaroid e intercambiaba retratos, que les gustaban mucho", cuenta. "Me ayudó ser mujer, ir siempre sola. Se daban cuenta de que era vulnerable, sabían que los necesitaba".

En 2000 apareció el primer libro, Shapono, y actualmente se escribe el tercero. Laura papel, como la llamaban los yanomami, presentó dos exposiciones surgidas de ese intercambio: En el orden del caos (1998) y Terra incógnita (2002).

La artista llegó a Venezuela huyendo de la soledad de su estudio. Sus dibujos y esculturas se vendían bien, pero quería nuevos retos. Junto a los yanomami descubrió lo que buscaba: la participación, el uso de recursos naturales, el beneficio mutuo... "La colaboración con un objetivo común y un sentido artístico".

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Laura es la primogénita de tres hermanas. "Desde niña me enseñaron a cuestionar mis acciones, a pensar en las consecuencias de mis actos". Así es como toma el pulso a sus proyectos, ubicados en la corriente del "arte relacional", donde la interacción es fundamental, al ser propuesto como una acción colectiva.

Su primer contacto con Julia Pastrana, la Indescriptible, fue en 2003, cuando hizo el vestuario de la obra The True History of The Tragic Life and Triumphant Death of Julia Pastrana, The Ugliest Woman in the World, del británico Shaun Prendergast. Apenas cinco minutos, porque el resto transcurría en la oscuridad.

La historia de explotación que vivió Pastrana la conmovió, y aún más saber que sus restos permanecían "secuestrados" en la Colección Schreiner de la Universidad...

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