El objeto del deseo

Gozo en mis sueñosAnahita

EL GRAFICOUna obsesión puede llevarnos a espacios surreales que involuntariamente aparecen frente a nosotros. Por un capricho, la imaginación se agudiza, aunque también el inconsciente proyecta historias y muchas veces hasta con sonidos, sabores y aromas, que llamamos sueños.

Y es al dormir cuando aparece esa escena lúbrica y delatora en la que mi antojo con cuerpo de hombre es la estrella principal. Mi obcecación me conduce a soñar con él sin poder reprimir mis instintos.

Una noche, en mi cama, me rendí al descanso y minutos más tarde comenzó la función. Después de la negrura, los colores fabricaron un paisaje donde había un camino verde que apareció bajo mis pies descalzos.

Pisé la hierba mojada, puntiaguda; el cosquilleo en mis plantas hacía más vívido el ensueño y seguí andando, hasta que, entre la bruma, apareció mi hombre obsesión como lo he imaginado siempre, desnudo, viril, sexual.

Desafié la inconsciencia y sin dejar de mirarlo, mi mano despierta levantó el faldón de mi bata y subió por mis muslos. Quería que me viera, que me deseara, y al verme acariciándome, mi amante virtual estiró su brazo hacia mí, a la vez que su miembro respondía.

Así empecé a gozarme y él ahí, pidiéndome, queriendo que me aproximara a él en completa erección. Como un adonis, su cuerpo destellaba luz entre la niebla y su brazo como flecha apuntaba hacia mí. Mi mano ya estaba en mi entrepierna.

Bajé los tirantes de la prenda y mi palma descendió a mi pecho y al tiempo que hurgaba entre mis muslos, amasé mi teta acompasadamente, deleitando su imagen y mis propios escarceos. Su brazo descendió rendido y decidió caminar frente a mí.

Con los dedos ya en mi carne y la otra mano sobre mi seno, mi caballero fetiche me encaró desafiante, interrumpió mi magreo y puso mi palma en su falo, conduciéndola de arriba hacia abajo, acariciando suave, para volver a subir y recorrerlo completo.

Mi pulgar suavizó su puntita mojada, al mismo tiempo que gozaba yo...

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