Un 'oasis' operístico

AutorErika P. Bucio

Cientos de migrantes se quedan atorados por meses, e incluso años, en la frontera norte de México, en espera de que Estados Unidos les conceda asilo.

A partir de que en 2019 comenzó a aplicarse el Migrant Protection Protocols (MPP), conocido como Remain in Mexico -al que Donald Trump, ex Presidente de Estados Unidos, llamaba Stay in Mexico-, las personas son obligadas a permanecer en territorio mexicano aguardando audiencias en los tribunales de migración.

Unas 70 mil personas son las que permanecen en este limbo, y la gran mayoría terminará deportada.

En los albergues habilitados, tanto por el Gobierno mexicano, uno en Tijuana y otro en Matamoros, como por instancias eclesiásticas y ONG's, la vida transcurre en medio del tedio.

Un contexto que la directora de escena Yuriria Fanjul conoció de primera mano.

En entrevista, desde Tijuana, expone que cada albergue es distinto. En algunos se improvisan escuelas precarias para los niños; a veces apenas un saloncito. Otros no tienen gran actividad.

Los hombres sí consiguen trabajo; en fábricas, por lo general, en turnos nocturnos, mientras que ellas se ocupan en talleres de costura.

Cuando Fanjul visitó en 2019 a su mejor amiga, quien era cónsul de migración en San Diego durante la administración de Trump, escuchó las llamadas desesperadas al número de emergencia de su oficina. "Se me congeló la sangre", comparte en entrevista.

Regresó con su compañía, Stage of the Arts, con una idea ambiciosa: las historias de los migrantes podrían contarse a través de la ópera, pero no una ópera al uso, sino incluso con danza urbana, aunada a una orquestación barroca que le da singularidad.

En una vuelta de tuerca, el ominoso título de la política migratoria de Trump sería el referente para titular a la naciente ópera, Stay in Mexico, Opera 360°, como un gesto de bienvenida al País y de tributo a quienes, por diversas razones, arriesgan su vida para llegar a Estados Unidos. Y también como respuesta a la creciente xenofobia en México contra los centroamericanos; un llamado de empatía.

El elenco estaría conformado por los propios solicitantes de asilo, a quienes convocó a través de carteles que ofrecían una oportunidad de trabajo. El único requisito era que les gustara el baile y querer formar parte del grupo.

La respuesta fue entusiasta, salvo de dos chicas de un albergue que no querían comprometerse porque su prioridad era cruzar.

"Pero en cuanto entendieron que era un trabajo como cualquier otro que toman aquí...

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