Nueva Orleans y su eterno ritmo

AutorCarmen González

Enviada

NUEVA ORLEANS.- Los escenarios están puestos, ya sea un lujoso salón de la calle Royal o una colorida esquina de Bourbon Street. Los músicos están listos. Negros y blancos por igual toman sus instrumentos (banjo, acordeón, trompeta o tabla de lavar) y ejecutan sus notas con gran maestría. La audiencia está impresionada, y es que la música es algo tan natural en Nueva Orleans como respirar. El tiempo y la vida avanzan al ritmo del jazz, cajun y zydeco.

Oficialmente, Austin es la capital mundial de la música en vivo; pocos en Nueva Orleans lo saben, y, a decir verdad, tampoco les interesa mucho. Los músicos de esta urbe no pelean por títulos ni reconocimientos; simplemente siguen sus impulsos. Es algo que parece ser genético, está en su sangre, y sale por sus dedos a la hora de tomar una trompeta o un saxofón.

La música no sabe de razas ni colores, y esto queda claro en las bandas de jazz y zydeco, integradas por blancos y negros; lo que era impensable en el siglo 18, hoy es una realidad que se traduce en un deleite para el oído.

El Barrio Francés es el corazón de Nueva Orleans. Sus latidos retumban en un coro de voces que cantan blues en la esquina de Royal y St. Peter, y hacen eco por otras calles hasta toparse con el sonido de una guitarra y un violín, que regalan sus notas frente al Café Du Monde, sobre Decatur. La música encuentra su casa en cada paseo.

Nueva Orleans es la cuna del jazz, y en ella se encuentran los mejores lugares para escucharlo en vivo. No hace falta ser un conocedor consumado del género, pues los sonidos arropan al visitante con calidez. Las bandas más tradicionales incluyen el banjo como instrumento esencial, mientras que otras hacen maravillas con el piano y la trompeta, e incluso en algunas sus músicos despiertan admiración sólo con su voz.

Al encuentro del viajero también sale la música cajun, de historia peculiar y ritmo cadencioso, que se debate entre el folk y el blues. Llegó a Nueva Orleans casi por accidente, con los francocanadienses que allí se asentaron hace más de 200 años. Aunque de entrada suena un poco a country, tiene diferencias sustanciales, como el hecho de que todas las canciones son cantadas en francés.

Nueva Orleans también suena a zydeco, un ritmo que, a decir de los músicos que lo interpretan, es como una sopa gumbo, estrella de la cocina criolla que mezcla una planta de origen africano llamada gombo con carne, arroz, cebolla y mariscos. Una exquisita fusión, justo como el zydeco, que...

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