La Nueva Economía, un laberinto político

AutorBob Davis y Gerald F. Seib

Redactores De The Wall Street Journal

WASHINGTON - La Nueva Economía está llevando a los gobiernos del mundo la necesidad de tomar decisiones que conllevan la misma rapidez y complejidad que tiene Internet.

¿Deben las empresas de Internet ser subsidiadas para garantizar conexiones en escuelas y áreas rurales?, ¿debe la base de datos en Internet con las historias médicas de la gente estar a disposición de las empresas que venden seguros de vida, o ésto debe ser prohibido por leyes que defienden la privacidad?

Las preguntas que surgen del área de la biotecnología podrían ser incluso más complicadas: ¿debe el Estado regular las pruebas de embarazo para detectar enfermedades genéticas, que pronto serán hechas públicas por los científicos? En pocas palabras, los gobernantes de todo el mundo tienen en sus manos una nueva agenda política llena de temas que muchos de ellos no entienden muy bien. Velocidad, volatilidad e indiferencia a las fronteras nacionales son algunas de las características principales de este creciente conjunto de temas de la Nueva Economía.

Microsoft sólo es el principio

En ningún lugar esto es más evidente que en Estados Unidos, donde la nueva economía tiene ya efectos inmediatos en todos los sectores. La tarea de legislar sobre estos nuevos temas caerá sobre el nuevo gobierno y el nuevo congreso, que asumem en enero del 2001. Para el nuevo presidente, sea el vicepresidente Al Gore, o el gobernador de Texas, George Bush, la decisión si dividir o no a Microsoft, será sólo el inicio del laberinto.

"Tenemos un gobierno diseñado para la era y la economía industrial, que cambia con una lentitud increíble", dice el ex candidato presidencial John McCain, presidente de la Comisión de Comercio del Senado.

Pero ya están en la palestra temas como los impuestos en Internet, la brecha digital que separa a los ricos de los pobres, la ética de la ingeniería genética, el derecho a la privacidad de los consumidores, la globalización del poder corporativo, e incluso la forma en que las compañías más avanzadas están recompensando a sus trabajadores. Pronto los gobiernos tendrán que decidir cómo van a manejar estos asuntos, incluso si eligen no hacer nada.

La mayor responsabilidad parece estar sobre los hombros de Washington, hacia donde muchos países miran esperando ideas.

EE.UU. no había estado en esta situación desde el principio del siglo XX, cuando se estableció la relación entre el gobierno y la economía industrializada. Entonces, el...

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