ENTRE PARÉNTESIS / El miércoles indeleble

AutorDavid Martín del Campo

Aún no concluía la temporada de lluvias y muchos cargaban las gabardinas y los paraguas. Es cosa de revisar las fotos de la fecha, cuando algunas cabelleras deambulaban ya a resultas del cuarteto que imperaba en el cuadrante radiofónico y su melodía Strawberry fields se imponía como un himno generacional.

Se cumplen 45 años de la fecha y es oportunidad de hablar de la época que engendró esa noche. Está el famoso cartón negro que publicó Abel Quezada el 3 de octubre con aquella frase sin respuesta: "¿Por qué?". Está la foto de la hermosa Ana María Regina Teuscher, edecán de la inminente Olimpiada, yerta en la morgue. Está el libro de Elena Poniatowska, La noche de Tlatelolco, que es de lectura imprescindible.

Fue el estigma que acompañó a mi generación. La hecatombe irrumpía en todo debate y cimbraba como un razonamiento imbatible. ¿Otro 2 de octubre, ya lo olvidaste?, porque fue el día (más bien la tarde) en que sucumbió el espejismo de la pax priista. Ese miércoles nublado que fue como una pesadilla asaltando las vigilias. El monstruo había despertado. El Estado le declaraba la guerra a la sociedad civil.

Ya lo sospechábamos; nuestra democracia de entonces, tan imperfecta, no era tal sino llanamente "la dictadura (se encargaría de revelar Mario Vargas Llosa) perfecta". Todo quedó develado ese miércoles de octubre, no se olvida, cuando las protestas que buscaban reivindicar a los estudiantes agredidos por la fuerza pública fueron tildadas de simple "manipulación de los agentes del comunismo internacional".

El 2 de octubre ocasionó la exacerbación política que duró varios lustros. La cicatriz que no restañaba, el agravio de los presos políticos (entre ellos el ingeniero Heberto Castillo y el escritor José Revueltas), la radicalización del movimiento estudiantil. Había que organizarse y desdeñar la vía electoral del cambio; como Fidel, como el Ché. Los años setenta fueron eso: una discusión interminable sobre los modos de revolucionar el estado de las cosas, y las cosas del Estado.

Ha llovido desde entonces, y en qué...

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