Noche y Día/ Simulaciones Democráticas

AutorSergio González Rodríguez

La vuelta de los tiempos. La noche del sábado 4 de mayo, las policías Federal y Judicial del estado de Jalisco irrumpieron en un rave en las afueras de Guadalajara.

Como iban "en nombre de México", la emprendieron a golpes y patadas contra la multitud. Así, los agentes policiacos obligaron a los mil 500 jóvenes que asistían a la fiesta a tirarse al suelo mientras los insultaban.

A los DJs, en tanto "líderes" del festejo, les ataron las manos y los obligaron a permanecer boca abajo en el suelo, y los equipos de luz y sonido fueron destrozados por los miembros de las corporaciones.

Ante la exigua cantidad de droga que confiscaron en el cateo, los policías decidieron inculpar y arrestar a algunos jóvenes de ser dealers de pastillas psicotrópicas. Entre los asistentes, varios testigos afirman que muchos de los responsables del operativo se encontraban en estado de ebriedad, o quizás drogados.

La agresión alcanzó, desde luego, a diversos reporteros que estaban presentes en el festejo. Como puede suponerse, la operación se realizó en nombre de la "seguridad de los jóvenes", y para "protegerlos" contra los traficantes de drogas.

El lamentable episodio trasciende lo anecdótico y ya consabido --el prurito paternalista ante las expresiones de los jóvenes-- para situarse como un llamado de alarma ante la creciente tentación autoritaria que impulsa la subcultura política en la que vive México.

El cambio de partido en el poder ha traído gobiernos cuyo discurso democratizante encarna sólo un juego de simulaciones. Debajo de la máscara, se descubre la intolerancia y la incomprensión generalizadas.

Este es el verdadero legado de siete décadas de presidencialismos autoritario y partido único: gobiernos que carecen de un enfoque abierto de la sociedad, que perciben como enemigos a los sectores o protagonistas distintos a la "normalidad" cívica o religiosa.

Gobiernos de uno u otro partido que han hecho de la doble moral tradicional una estrategia de burocratización de la política, cuyo efecto es dividir en dos al País: el de las clases dirigentes y su esfera pública (poderes, capital, partidos, circuito de legitimidad electoral, foros, gestores, voceros, entramado jurídico, organismos autoafirmativos, etcétera), y el de los demás, la mayoría que no pertenecen a dicha repartición de la riqueza y los bienes terrenales aquí y ahora.

Convendría que una nueva politología definiera ya no tanto los desvíos de la práctica respecto de los ideales, modelos o normas...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR