Noche y Día / Los hechos

AutorSergio González Rodríguez

Una historia en los márgenes de la historia. Una historia que, consignada por un testigo anodino, muestra la enormidad de la barbarie. Giorgio Agamben refiere que el testigo siempre es insuficiente, ya que está imposibilitado para hablar de lo que los muertos vivieron. En cada testimonio hay algo que revela y mucho que se oculta. En las entrelíneas de una historia lateral puede anidar un agravio insalvable.

La novela Los hechos (Libros Magenta), de Bruno H. Piche, constituye, en su compleja brevedad y fuerza narrativa, un logro insólito: cómo se devuelve dignidad a la literatura en tiempos en los que triunfa la mera diversión y los editores buscan el enriquecimiento veloz bajo el impulso de la sensiblería, lo trivial y el oportunismo mercantil.

De entrada, en Los hechos sorprende el tino excepcional del narrador para introducir, como si fuera algo subrepticio, difícil y a la vez magnético, el tema del doble, mejor aún del doblez, un recurso que lleva consigo el peso de quien narra y de lo que se narra, de lo narrado y de lo no narrado. Desde luego, tal doblez no sólo atañe a un procedimiento formal, sino que implica un imperativo ético: entrelazar la vida propia con la experiencia extrema de otros. El juego de los contrastes ofrece una sustancia avasalladora que trata de la decisión y el fracaso, de la culpa y la imposibilidad expiatoria.

La historia dentro de la historia que describe Bruno H. Piche tiene tres ejes: el narrador que sabe sus límites y cuenta la vida de otros; la historia central de alguien que el narrador conoció y que, al paso del tiempo, reaparece con un impulso brutal; la historia y sus causas y efectos que atraviesan los documentos y los anales a lo largo de las décadas. Un hombre equis conoce en una universidad canadiense (y en forma fugaz) a un profesor de origen húngaro que será conocido por haber denunciado a un criminal de guerra nazi. ¿Qué encierra una acusación hecha a destiempo? Los hechos habrá de dilucidarlo.

Parábola sobre una transfiguración moral, Los hechos, en palabras de Juan Villoro...

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