Noche y Día

AutorSergio González Rodríguez

Cambios y Amenazas en la Cultura

En los últimos años, el campo cultural en México ha sufrido una transformación paulatina que afecta a sus instituciones, a los valores y los prestigios, a sus protagonistas, sus medios difusores y el público receptor de los productos o creaciones correspondientes.

Conviene recordar que el Estado, como patrocinador mayoritario de la cultura, llegó a un clímax, y de allí comenzó el declive. Esta etapa duró desde el proyecto educativo de José Vasconcelos en los años 20, hasta el reordenamiento del subsector cultural con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a finales de los 80. Salvo episodios excepcionales, el Estado posrevolucionario se condujo al margen de las tentaciones de censurar la libertad creativa, si bien supo emplear la cultura como un elemento legitimador.

A principios de los años 80, grandes empresas privadas se interesaron en invertir en infraestructura cultural, en museos o centros de esparcimiento didáctico o formativo. En consecuencia, se comenzó a observar un esquema mixto de participaciones del capital privado al lado del Estado en cuanto a los bienes, mercancías y servicios culturales.

Con todo, las cíclicas crisis económicas que han caracterizado a la sociedad mexicana del último tercio del Siglo 20 restaron posibilidades de desarrollo al incipiente mercado cultural. Cabe recordar que buena parte de los esfuerzos del Estado se centraron en el apoyo a la infraestructura, al patrimonio histórico, artístico y monumental y al estímulo de las élites creadoras.

La apertura de la economía hacia el mundo y la llegada de los impulsos globalizadores trajeron consigo una mayor diversificación de la oferta cultural en el país, que en principio benefició a las élites y poco después se amplió a sectores cada vez mayores.

Por ejemplo, esto sucedió en el circuito exhibidor de los productos fílmicos o la industria del espectáculo, cuyos inversionistas lograron modificar los hábitos de consumo en el gran público, cuando aportaron, en el caso de los primeros, complejos de salas de cine y centros comerciales; mientras los segundos refundaron los foros y circuitos para conciertos de música popular de alcance masivo o restringido.

Paralelo al ritmo globalizador en el exterior, este proceso alcanzó ya un punto de ruptura, que indica dos desplazamientos estratégicos en el campo cultural: 1) el ocaso del paradigma humanista que contempla la acción cultural como algo vinculado al libro, a la difusión del...

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